Lo que de verdad importa

Lorca
Lorca

El acuerdo entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, los líderes de las dos principales formaciones políticas españolas, para suspender la campaña electoral del 22-M este jueves en señal de duelo por las víctimas y damnificados por el trágico terremoto de la ciudad murciana de Lorca es una buena señal de la altura de miras que deberíamos tener todos ante el puñado de cosas que de verdad importan en la vida. En este momento, lo único que importa es reparar los daños, atender a los heridos, consolar a quienes han perdido algún ser querido. Lo único que de verdad importa es la vida y el bienestar de los ciudadanos, el bien común en cuya dirección tendrían que remar siempre todas las fuerzas políticas, y así debería ser siempre. Toda la solidaridad, apoyo y cariño hacia quienes están sufriendo.

Alcaldes y alcaldesas

Alcalde
Alcalde

He conocido a muchos alcaldes, de otros tantos partidos políticos. Regidores de grandes ciudades, de villas medianas y de pueblecitos. Me quedo con estos últimos, los alcaldes de pueblecitos que están no alejados de la gente en despachos enmoquetados, sino a pie de calle, compartiendo problemas con sus paisanos, escuchando sus quejas y recibiendo también sus halagos cuando se ha asfaltado una calle, se ha reparado un alumbrado o se ha conseguido que el pueblo tenga por fin biblioteca. La luz del despacho de estos alcaldes y estas alcaldesas no se apaga nunca. En España hay más de ocho mil alcaldes; ese es el número de cargos que ahora está en liza desde el arranque de la campaña electoral. Y los corruptos son minoría, por más que solo se ponga el foco sobre los malos y que en la lógica de los medios de comunicación solo sea noticia en grandes titulares cuando alguno mete la mano en la caja. Solo es noticia el escándalo, y no cuando consiguen que los niños del pueblo tengan piscina o que la nueva depuradora permita que se deje de verter porquerías al río. La consecuencia de esto último es que mucha gente coge la parte por el todo y piensa que, al final, son todos unos corruptos. Y eso, sencillamente, no es justo.

Estupor

Metrobús
Metrobús

Un señor dice ser consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid y resulta que no conoce uno de los billetes más populares de transporte público, el metrobús; incluso niega su existencia a pesar de existir desde hace trece años. Bueno, uno de los billetes más populares hasta que su partido decidió incrementar su coste en nada más y menos que un 21% (lo subieron hace poco más de un año de 7,40 a 9,30 euros, de golpe y porrazo). Quedan claras, de entrada, dos cosas: a) este ínclito ciudadano no se apea del coche oficial y b) será consejero de transportes privados, porque de lo público no tiene mucha idea. Mientras el señor José Ignacio Echeverría perpetraba semejante gracieta tras ser interpelado por un parlamentario del PSOE, sus alegres compañeros/as de bancada conservadora le aplaudían con fruición; al frente de la claque se puso la misma presidenta de la CAM, Esperanza Aguirre. Todo el bando pop(ular) hizo grandes alharacas mientras el consejero se regodeaba: el metrobús «no existe», insistía. De esto se desprende que estos señores/as posiblemente tampoco tengan demasiado clara la existencia de otras dotaciones públicas como los hospitales o los colegios, y ello explica el placer que experimentan con su desmantelamiento. Estos señores/as del PP de Madrid parecen, a la postre, miembros del consejo de administración de una gran corporación: ellos se lo guisan, ellos se lo comen y a usted y a mí nos dejan las migajas y nos quitan hasta el metrobús. Usted verá, pero yo desde luego no les votaría el 22-M.