Democracia

Votación
Votación

Democracia no es votar a todas horas y por todo. No es endosar a la sociedad que tenga que elegir, de manera permanente, el nombre de una plaza, de una calle, el destino de un gobierno o el color de los maceteros de una plaza. No es de recibo que dos mil personas hayan decidido, en Barcelona, el futuro de un gobierno municipal del que dependen un millón y medio largo de habitantes. Los gobernantes elegidos democráticamente deben asumir sus responsabilidades y tomar sus decisiones sin escudarse en el modo consulta perpetua. Democracia es otra cosa, es implicarse activamente en la vida de la comunidad, en el espacio público del que todos formamos parte, cada uno desde su ámbito. Es irresponsable endilgar a los demás decisiones que no les tienen por qué corresponder. Los políticos deben procurar desarrollar su programa y sus compromisos electorales, y dar cuenta de ello, cuando les toque, en las urnas, generalmente cada cuatro años. Pero esto de votar cada minuto y cada segundo supone una perversión del sistema, y más si detrás esconde, como todo apunta en el caso barcelonés, intereses electorales del partido de Ada Colau.

No nos merecemos esto

Res Publica
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«Si usted, doctora, o yo, que tan poco soy, sintiéramos sobre nuestros hombros unas acusaciones con unos indicios tan demoledores como los que pesan contra el presidente del Gobierno, seguro que usted y yo anunciaríamos nuestra dimisión y echaríamos a correr hasta Perpiñán. Eso lo haría cualquier mortal, salvo que tenga una jeta de hormigón armado o esté tan absolutamente emponzoñado de mentira que sea incapaz de discernir nada. Pero el bueno de Rajoy, todo entrega a España, se aferra a su silla y no dice ni esta boca es mía. Se niega a hablar sobre un subordinado que no era un cualquiera, sino el jefe de los servicios de tesorería A y B del PP y quién sabe qué más, con el empecinamiento que tienen algunos niños pequeños en admitir la verdad cuando saben que han obrado mal. Se le puede llamar de muchas formas, y tal vez la de cobardía no sea la menor, pero este, doctora, no es el presidente que se merece este país en un momento en el que lo estamos pasando tan mal. Señor Rajoy, dimita ya, y dedíquese a escribir algún tratado sobre la indignidad en la cosa pública y el daño que está originando a todos los que creemos que la política está al servicio de los demás. Señores de los sobresueldos: quienes se enriquecen y buscan enriquecerse mediante la cosa pública merecen todo el desprecio y el oprobio sociales; porque el único enriquecimiento que es lícito procurar en el desempeño de la función pública es el enriquecimiento de todos: en valores, en derechos, en libertades.»

Que se dejen de zurriagazos

Coexist
Coexist

Los Balcanes del siglo XXI llevan muchísimo tiempo desplazados a Oriente Próximo, en donde el sonido de los tambores de guerra no ha dejado de sonar. Ahora vuelve, insistente, con aroma de muerte, en el enésimo choque entre Palestina e Israel, después de los cohetes lanzados por los primeros contra los segundos, y la respuesta de los segundos, con el trasfondo del debate en este mes de la justa pretensión de Palestina de ingresar como estado observador de la ONU, y las próximas elecciones en Israel en 2013, y , y, y… Demasiados decenios ya sin una solución definitiva. Yo defiendo Israel como nación democrática, el país tan vinculado a nuestra Sefarad, que ha alumbrado músicos que a mí me gustan tanto, como David Broza, Yasmin Levy, Mira Awad, Mor Karbasi…; escritores como Amos Oz, David Grossman… Grandes intelectuales que abogan por una nación en paz con su entorno, y que sea respetada por su entorno, por supuesto. Y defiendo también una Palestina democrática y que vele por el desarrollo de la igualdad y la justicia social. Dos estados que coexistan. ¿Por qué es tan difícil? Quizá haga falta una gran alianza de los sectores más moderados de ambos lados, que den la espalda a los extremistas de una y otra parte. Mientras este avispero no se calme, esa zona del mundo seguirá siendo un quebradero de cabeza permanente.