Teniendo en cuenta los altísimos niveles de infelicidad de la sociedad española golpeada y castigada por la crisis económica, me temo que la celebración, hoy 6 de diciembre, del Día de la Constitución es para mucha gente desesperada más un motivo de lástima que de otra cosa. Una lástima, porque el derecho y el deber al trabajo y la creación de empleo es más una quimera que otra cosa. Una lástima, porque el derecho a la educación que establece la Carta Magna está siendo deturpado día sí y día también. Una lástima, porque el derecho a una vivienda es un horizonte también lejano. Una lástima, porque el derecho a la salud parece querer convertirse en privilegio solo para unos pocos con tarjeta Visa. Una lástima, porque la Constitución define España (artículo 1) como Estado social y democrático de derecho: ojo, «Estado social», con lo cual quien lo desmantela está obrando contra la propia Constitución. Defender el cumplimiento efectivo del contenido de este texto legal evitará que se herrumbre y se oxide, que no se convierta en papel mojado para las legiones de desesperad@s que pueblan España. Nos estamos alejando de sus ideales; rememos entre todos para volvernos a acercar a esa orilla.
Es ya domingo, día de contrición, confesión y solicitud de perdón por los pecados cometidos, y los en general piadosos y temerosos seres de dios que en general dicen ser son los seres que comandan el PP tienen motivo para hacer largas, larguísimas colas ante los confesionarios, tan religiosas como son estas criaturas. Han de pedir perdón por ser tan mentirosos, aunque hay quienes pensamos que lo que ocurre en realidad es que se les ha caído la careta de la derecha rancia y montaraz que portan en sus genes. Así que, amiguitos y amiguitas, ayudémosles a repasar algunos de sus pecadillos:
Rajoy dixit aquello de que jamás metería «tijera» a las pensiones, a la sanidad y a la educación, pero aquellas palabras suyas en el debate electoral con Rubalcaba se quedaron en agua de borrajas. En pensiones, ya han visto. En sanidad, copago farmacéutico y xenófoba exclusión de los inmigrantes irregulares. En enseñanza, brutal incremento de la parte de la matrícula que deben abonar los universitarios. Se calcula que los recortes educativos importen entre 10.000 y 15.000 millones de euros hasta 2015. En sanidad, los recortes sumarán 10.000 millones de euros, al tiempo que varias comunidades regidas por el Pop Party, con Madrid en cabeza, se preparan para privatizar el servicio público. Qué cabe decir de los recortes en dependencia (con un hachazo de 500 millones), igualdad (sangrantes los recortes en la prevención del machismo criminal), justicia (mediante la vía de tasas que deberán pagar los ciudadanos), funcionarios (salarios congelados de nuevo y sin paga de Navidad) y cultura (un recorte en los presupuestos del 30% para este año, amén de un incremento bestial del 8 al 21% en el IVA que soportan las principales producciones).
Amnistía fiscal: El Gobierno de Zapatero barajó un programa de amnistía fiscal que nunca puso en práctica, pero que se mereció toda clase de descalificaciones preventivas de los amigos del PP, que en cuanto tocaron La Moncloa sí se aprestaron a lanzar un amplio programa de afloramiento de capitales irregulares. Por cierto, un fiasco, porque se ha quedado a años luz de los 2.500 millones de euros que quería conseguir. Se penaliza a los ahorradores y a quienes pagan sus impuestos, mientras se premia a los defraudadores: así es el mundo de Rajoy.
Reforma laboral: Dijeron los del PP que jamás abaratarían el despido y bla, bla, bla. Y, como es habitual, hicieron lo contrario, pergeñando una reforma que da luz verde al despido procedente con veinte días de indemnización por año currado, con un tope de doce mensualidades, ampliando las causas de despido. Igualmente, se rebajaron las indemnizaciones por rescisión de contrato procedente, etcétera, etcétera, porque el catálogo de horrores laborales es notable, como se pone de manifiesto con las dos huelgas generales que tiene el triste mérito de haber conseguido ya este gobierno en su primer año de vida.
Impuestos: Allá por el mes de septiembre de 2011, antes del Advenimiento Pop, el líder preclaro de la derecha patria pronunció en su Galicia natal que «nos vamos a oponer a cualquier subida de impuestos», por cuanto «significa más paro y más recesión». Fue llegar al monclovita mundo y aquellas palabras se convirtieron en papel mojado: incremento del IRPF, aumento del IBI…
Otra cosa más: todos estos sacrificios, ¿para qué? ¿Para qué tanto sufrimiento, cuando todo va irremisiblemente peor? Los curas que atiendan hoy los confesionarios, buen dios, no van a dar abasto para hacerte llegar, las confesiones de la pepera dirigencia. Claro, que, en realidad, ¿estarán con el alma compungida o más bien se sienten tan felices porque con la excusa de la crisis están haciendo lo que siempre han querido hacer? Yo me quedo con lo segundo.
«Está claro que el señor Mas se volvió un poco loco, oiga; dicho sea sin ofender y en mi modesta opinión. Yo llevo aquí sinco años de taxista; soy de Colombia. Soy inmigrante, pero no soy tonto. Yo pensaba que Mas lo iba a conseguir en estas elecciones, con esos mítines con tantas banderas; venga banderas por todos lados. Con todos los problemas que tiene España, faltaba esto de la independencia de Cataluña para añadir uno más. Pero ahí el empresariado ya le ha dicho que de qué iba, que si estaba loco o qué; que esto del soberanismo está bien para dar pedales, pero no para que se salga la cadena de las ruedas, que se iba a dar un tortaso, y ensima fuera de Europa. Y luego está lo de los recortes sociales. Mire usted, en Cataluña conozco a algún compatriota que está harto de los recortes del Mas, que han sido a lo bestia. Posiblemente mucha gente le ha dejado de votar también por eso, por los recortes. O sea, que me alegro como taxista que soy de que no se levante una nueva frontera en Cataluña, porque mira que sería triste tener que pasar una barrera si alguna vez me salía algún viaje con el taxi. Yo soy colombiano, pero vivo aquí y tengo derecho a opinar de las cosas. Creo que Mas debería irse para su casa, pero ya sé que en este país, como en el mío, no dimite nadie. Bueno, aquí se apea usted, ¿no?; pues buenas noches, y qué alivio. Que intenten resolver la crisis y se dejen de ensoñasiones y de banderas.»