Generaciones futuras

El Gran Atasco
El Gran Atasco

No sé cuántos gases expulsa un coche en el trayecto de casa al trabajo y del trabajo a casa. Pero sí calculo que un utilitario debe de pesar como unos 1.500 kilos frente a los 75 kilos de media del ocupante que suele transportar. Y venga litros y litros de combustible que el vehículo se merienda y excreta en forma de miles de partículas que están contaminando gravemente el aire que todos respiramos. Cuando accedo al centro de la ciudad cada mañana a bordo de mi autobús de la EMT solo veo, en los carriles aledaños, coches ocupados por una persona: el conductor, y punto pelota. Así enormes colas de vehículos monoocupados; es raro ver un coche en el que haya más de un paisano. A veces pienso que algún día nos quedaremos todos atrapados en la combustión permanente y sin poder movernos un centímetro, y eso me recuerda una obra que vi hace años en la sala teatral Kubik Fabrik, El Gran Atasco, que tal vez pueda convertirse en una premonición de lo que está por venir. Miles de litros de combustible, cantidades incalculables de polución en el ambiente, todo para mover un cuerpo de 70 kilos a bordo de un coche de tonelada y media. ¿Tiene sentido este mundo? Algunos colectivos -en España, la Fundación Savia– están defendido ya la creación de un Defensor de Generaciones Futuras, una figura que vele por el mundo que le vamos a dejar a los que están por venir, a los que deberíamos legar algo más que una inmensa nube de humo.

Marea blanca

Nunca Máis
Nunca Máis

Sumid@s como estamos en estos tiempos tan negros y tan desoladores, nos olvidamos de que en este país también suceden historias blancas y alegres a pesar de los pesares y de la adversidad. Pronto hará diez años desde que en las costas de Galicia naufragara un petrolero, el malhadado Prestige, con 77.000 toneladas de mierda dentro, que el mar escupió hacia las playas del Noroeste causando una de las mayores catástrofes ecológicas de la historia de España ante la impasibilidad del Gobierno de José María Aznar. Diez años también desde que, como respuesta a la catástrofe, en una reacción desconocida, miles de voluntarios de toda España y de otros puntos constituyeran una marea blanca para limpiar el chapapote, sin pedir nada a cambio. Es la historia que ahora narra la cineasta Isabel Coixet en el documental Marea Blanca. Hace diez años ya. Fue una experiencia inolvidable de solidaridad y de altruismo para tod@s los que participamos en ella, que pusimos nuestro granito de arena para ir retirando muchos más granitos de mierda.