Repugnancia

Bandera libia
Bandera libia

El régimen de Libia era una tiranía, una farsa en manos de un déspota al que, ¡ay!, Occidente le rio las gracias durante varias décadas. Solo cuando, al hilo del contagio de la primavera árabe, el dictador se pasó de vueltas y empezó a masacrar las revueltas, solo entonces Occidente decidió intervenir para poner fin a la farsa, algo posiblemente necesario para que el sátrapa no se perpetuara en el poder otros cuarenta años (con la misma risa bobalicona occidental). Pero se debería haber garantizado la captura en vida de Gadafi, y haber evitado lo que se asemeja demasiado a un cruel linchamiento y posterior distribución propagandística de la imagen su cadáver. El villano tenía que haber sido conducido a un tribunal de Justicia, para responder de sus crímenes, como cualquier mortal. Para que fuera juzgado con todas las garantías, precisamente las garantías que nunca tuvieron sus detractores. Porque lo que ha ocurrido ha sido, simplemente, repugnante, una repugnancia por cierto exhibida una y otra vez, pareciera que con cierta delectación, por las cadenas de televisión de todo el mundo. Una barbaridad más en una cruenta guerra tras cuyo inminente fin el objetivo debe ser establecer una democracia que vele por la justicia social, el desarrollo de la sociedad aprovechando los grandes recursos del país y la igualdad de los derechos de la mujer. Si no se avanza en esa dirección, lo de Libia seguirá siendo una tragicomedia que se seguirá desarrollando, a escasas horas de aquí, ante nuestra indiferencia. El Occidente que se implicó en poner fin a la tiranía debe involucrarse ahora en el futuro democrático de Libia.

Ban, paren la represión en Siria

Ban Ki-moon
Ban Ki-moon

«Estimado señor Ban Ki-moon: enhorabuena antes de nada por su reelección al frente de tan prestigiosa institución. Espero que los parabienes no le impidan ver el bosque de problemas que siguen al acecho de la especie humana, como me consta que ha hecho en los últimos años y para lo que usted ha llevado a cabo valientes iniciativas durante su primer mandado al frente de la ONU. Aprovechando su recién comenzado segundo mandato, yo y muchos como yo queremos llamar la atención de usted en relación a la situación en Siria, que estamos seguros de que le preocupa, en donde un ser que se dice presidente (¿?) sigue masacrando a un pueblo que pide democracia. La comunidad internacional estuvo muy presta para intervenir en Libia, parando la escabechina de Gadafi, pero no parece manifestar la misma diligencia para (intentar) poner fin a las tropelías del presidente (¿?) sirio. Así que, ¿harán ustedes algo antes de que ese país se acabe de desangrar por completo? Espero que hagan algo antes de 2016, que es cuando vence su segundo mandato. Quedo a la espera de sus noticias: los sirios tienen bastante menos tiempo.»

Que no llegue tarde

Sede de la ONU
Sede de la ONU

Parece que la llamada comunidad internacional se ha sacudido el sopor y se ha decidido a hacer algo para poner fin a la dictadura libia, cuentan los medios esta mañana de viernes: «El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha aprobado a las once de la noche [del jueves, hora española] una resolución que permite el uso de la fuerza para imponer una zona de exclusión aérea sobre Libia y para proveer asistencia y protección a la población civil de ese país»· Ya era hora, y ojalá la intervención no llegue tarde, porque escuchar ayer a Gadafi hablar de que iba a entrar en Bengasi, la capital rebelde, para «liberarla» como Franco hizo con Madrid pone los pelos como escarpias. No se puede dejar solos a los libios que luchan contra el tirano. Ya que sale a colación Franco, hay que recordar que a los defensores de la República española, las potencias democráticas de la Europa de los años 30 les dieron la espalda bajo la cínica doctrina de la no intervención (en el bando fascista sí que se intervino sin pudor), y así nos fue. Porque de lo contario, sería terrible que el tirano triunfara y volviera a campar por sus fueros en Libia. Y sería mucho más terrible que, en ese caso -como apuntaba con acierto un querido compañero el otro día- en Occidente el ahora repudiado sátrapa volviera a ser llamado, por arte de birlibirloque, el «presidente» libio, con toda naturalidad y sin que los de arriba se ruborizasen un ápice. Total, antes ya lo fue y todos le rieron las gracias.