Vuelta a la tartera

Tartera
Tartera

En este país nos creímos, o se creyeron algunos, los más guapos, los más listos y los más ricos del universo mundo. Olvidamos, como cuenta con gracia una compañera, que nuestros abuelos hacían caca y pis en el corral. Aquí todo dios parecía nacido en La Moraleja, con apellidos en el Gotha y abuelos de abolengo que habían velado armas en la Reconquista. Pero, ay, que no. Que este era un mundo y una sociedad con pies de barro. Que siempre hemos sido pobres: lo que ocurre es que un chorro de dinero barato (procedente de Alemania, por cierto; de ahí que Angela Merkel no ceda un ápice a la hora de cobrarse la pieza) nos quitó algo de mugre y nos limpió el barrillo. Pero ahora volvemos donde solíamos. Un país que se creyó en la cresta de la ola, pero no. Ahora los críos -privados de becas y de ayudas públicas por la gracia de Mariano Rajoy y sus doctrinas neocon (el que quiera educación, que se la pague; el que quiera sanidad, que se la pague)- volverán en muchos casos al cole con el tupper de hoy, la entrañable tartera de antaño toda la vida, testigo de nuestra modestia y señal del futuro incierto que aguarda a nuestros hijos, a nuestras hijas. Perra vida.

Quo vadis?

Merkel
Merkel

¿Dónde vamos con este empecinamiento en el recorte impuesto por Angela Merkel,  soberana de Europa, a Mariano I? Hoy se conocerán los Presupuestos de 2012, con un tijeretazo de 35.000 millones a las cuentas públicas. Con un sector privado bajo mínimos y otro público que no invierte, ¿qué espera a este país? ¿Qué hacemos? ¿Echamos el cierre a España y tiramos la llave al mar? Hace falta otra dirección en Europa, otros políticos que defiendan la austeridad, sí, pero combinada con políticas de estímulo al crecimiento bajo una óptica socialdemócrata. Otra Europa, porque si no, seguiremos la deriva. Por eso son tan importantes las inminentes elecciones presidenciales en Francia, en las que ojalá gane el socialista Hollande, y las futuras en Alemania, también con muy buenas perspectivas para los socialdemócratas. Otro eje francoalemán que imponga otras políticas más allá del mero ajuste contable en el que se empecinan Merkel y Sarkozy para la locomotora, a costa de hacer descarrilar a todo el convoy.

PD.- ¿Hará el Gobierno caso a las multitudinarias protestas de ayer contra la reforma laboral? ¿El sostenella y no enmendalla va a ser su única respuesta?

Campaña de imagen

Pepino Franco
Pepino Franco

Habrá una campaña de defensa de la imagen del pepino y del resto de hortalizas de la piel de toro, injustamente vituperadas por Merkel & Co. Se trata de lavar ante la opinión pública la imagen de la huerta hispana, en cuya historia, ¡ay!, no siempre ha habido pepinos sin bacterias. Hubo un pepino muy venenoso, apellidado Franco, que amargó el sabor de boca de muchos compatriotas durante cuarenta años de una ensalada interminable y muy estomagante. Y sobre la figura de ese tal Pepino Franco llevamos -unos sufriendo, otros disfrutando- una larga campaña de imagen, larguísima, que se comprueba con solo echar un vistazo a los numerosos tomos revisionistas sobre aquellos tenebrosos años que se pueden encontrar en cualquier librería y que han tenido su corolario en un magno diccionario pagado con fondos públicos. Que si aquello no era una dictadura, sino un régimen autoritario, bla, bla, bla. Lo preocupante es que esta infección haya penetrado en una institución a la que se le presume tanta seriedad como la Real Academia de la Historia, que por cierto está en la madrileña calle de las Huertas. Huertas de pepinos, se entiende.