Manifiesto…

La tortilla, con cebolla
¡Con cebolla!

… contra los intolerantes, los racistas, los xenófobos, los ultraderechistas, los machistas, los vocingleros, los que vomitan en lugar de hablar, los que piensan con las vísceras, los abusadores, los sexistas, los obstruccionistas, los que le ponen pegas a todo, los fascistas, los que no aportan nada, los que lo ven todo negro, los chovinistas, los que no ven más allá de la punta de su nariz, los que detestan la cebolla en la tortilla de patatas, los que apostillan de manera permanente, los que sobrepasan los límites de velocidad y se jactan de hacerlo, los que no respetan los pasos de peatones ni los stops, los que no se sitúan nunca en el lugar del otro, los que no ponen el intermitente, los que creen que acaban de descubrir el Mediterráneo, los que siempre contraponen a los beatles y a los stones, los prepotentes,  los que le echan agua al vino, los que te dan garrafón, los vendemotos, los vendeburras, los que se llevan el coche hasta para comprar el pan a la vuelta de la esquina, los que no dejan que sus hij@s jueguen con niños de origen inmigrante, los que no liberan al flamante Nobel Liu Xiaobo (¡set him free!)… A todos (en diferentes grados, claro; los de la tortilla de patatas están eximidos): cómprense un desierto y dedíquense a barrerlo, adquieran un bosque y piérdanse.

 

La patria de la lengua

Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa

En la patria, o matria, de la lengua que mamamos cuando nacemos nos hallamos todos. Todos nos encontramos compartiendo palabras, significados y signficantes, envolviéndonos en la bandera de este español universal que es una de las lenguas más habladas del mundo y que este jueves recibió un nuevo premio Nobel en la figura del escritor Mario Vargas Llosa. Las palabras dan sentido a nuestro mundo y permiten nuestra convivencia, aunque haya gentes que las sigan usando como dardos. Los teclados escupen sílabas en español que inundan el globo (pero el castellano todavía no tiene en Internet una presencia acorde con su relevancia en el mundo), los críos comparten planetas literarios desde Madrid a Buenos Aires, desde Los Ángeles a Barcelona. Enhorabuena a Vargas Llosa; enhorabuena a tod@s. Este viernes no hay fronteras, ni banderas que valgan; las enseñas de todas las naciones que compartimos el español pierden sus colores y sus símbolos y se inundan de letras, vestidas de gala y tiros largos en este gran día de fiesta.

 

Yo, con McCarthy (Cormac)

The Road
The Road

Los autores norteamericanos son los grandes narradores por excelencia de nuestro mundo contemporáneo. A mí me gustan por ese pragmatismo tan anglosajón que se traduce en la desnudez y eficacia de su prosa, al grano, al fondo de la historia, sin artificios, escribiendo con sencillez, que es lo más difícil del mundo. Varios de ellos -Joyce Carol Oates, E.L. Doctorow o Cormac McCarthy– suenan para llevarse el gato al agua del Nobel de Literatura que se conocerá este jueves. También aparecen otros creadores de mundos literarios procedentes de Europa, África y Latinoamérica, así que hay quinielas para todos los gustos. El nombre de Cormac McCarthy, nacido en 1933, es uno de los favoritos. Su última novela, The Road (La Carretera), llevada con éxito al cine, me causó una honda impresión. La historia de un padre y un hijo que atraviesan territorios apocalípticos asolados por una catástrofe, y que siguen adelante por el amor que se tienen el uno al otro, antídoto contra la destrucción, me pareció una bella metáfora sobre el amor que profesamos a nuestros hijos, y lo mucho que hacemos por ellos para que crezcan libres y felices.