Atención: crimen en ciernes

Sakineh Mohammadi
Sakineh

Una información de La Voz de Galicia, común a numerosos medios de comunicación españoles este miércoles, por no hablar del eco de preocupación mundial: «Varias organizaciones de apoyo a Sakineh Mohamadi Ashtiani, la iraní condenada a muerte por lapidación en su país, manifestaron ayer en Francia que temen que sea ejecutada hoy. «Sakineh Mohamadi Ashtiani aparentemente está amenazada de ser ejecutada mañana [por hoy] miércoles 3 de noviembre», señaló la revista francesa La règle du jeu , del filósofo Bernard-Henri Lévy. «Una carta del Tribunal Supremo de Teherán fue enviada a la oficina de aplicación de las penas en la cárcel de Tabriz, autorizando la ejecución rápida de Sakineh. Las ejecuciones tienen lugar los miércoles, de modo que estamos terriblemente preocupados por Sakineh», agrega. Sakineh Mohamadi, de 43 años, fue condenada en el 2006 a 10 años de prisión por complicidad en el asesinato de su marido y a muerte por lapidación por haber mantenido relaciones con dos hombres tras el fallecimiento de su esposo. Esta condena desencadenó una campaña internacional para evitar el castigo. La preocupación de La Règle du jeu es compartida por la Liga del Derecho Internacional de las Mujeres, según informaciones transmitidas por fuentes iraníes al Comité Internacional contra la Lapidación y al Comité Internacional contra la Ejecución. Este comité había informado el 11 de octubre de que el hijo de Ashtiani había sido detenido junto al abogado de su madre y a dos periodistas alemanes que pretendían entrevistarlo (…) En julio, Irán anunció que la condena a muerte por lapidación, confirmada en el 2007 en apelación, había sido suspendida, y que el caso era examinado de nuevo. Ayer, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, instó a Teherán a detener la inminente ejecución y a transformar la sentencia. Ashton pide, pues, a Irán «detener esta ejecución y conmutar la condena». Una ejecución en la horca no es más aceptable que por lapidación, advirtió Ashton.» No lo permitamos. Alza tu voz por ella, por ellas.

Culpa de fogueo

¡Abolición!
¡Abolición!

Para evitar que los fusiladores tengan sentimiento de culpa por la muerte del que fusilan, uno de los fusiles dispara una bala de fogueo. No saben cuál de ellos escupe la bala de mentira, y así se consigue que el sentimiento de culpa se diluya, de este modo logran «que ninguno tenga la seguridad de haber causado la muerte al condenado, una rendija para manejar mejor la culpa», como escribe Ramón Lobo en El País, tras conocerse la noticia de la ejecución en Utah del reo Ronnie Lee Gardner. La vida que acaban de finiquitar da igual, lo importante es que la culpa no les atormente (que mucho no debe de hacerlo, porque los que se prestan a disparar por orden del Estado son, generalmente, voluntarios, que por tanto eligen libremente apretar el gatillo). Este simple procedimiento se idea para acallar el Pepito Grillo que pudiera surgir en quienes disparan, porque sus ojos sí han visto lo que acaban de hacer, aunque no sea suyo, sino del fusilado, el corazón que sienta las balas, salvo la de fogueo. Ocurrió esta semana en Estados Unidos, país tan admirable en tantas cosas, y tan detestable en otras, como la pena de muerte vigente en 35 de sus estados, una práctica que le condena a ser miembro de un deleznable club del que forman parte países con tan pocas credenciales democráticas como Irán o China, una bárbara distinción que una de las democracias más antiguas del mundo y que tantas aportaciones ha hecho a la historia de la humanidad debería erradicar de una vez por todas.