800 primaveras

Compostela
Compostela

Sobre la piel de toro han brotado a veces flores, a veces lunares, durante estos largos siglos de historia. En estas últimas décadas de ladrillazo y tentetieso el cutis se le ha estropeado con tanto hormigón, sobre todo en la costa. Pero hace casi mil años surgió una flor de piedra en una de sus esquinas, la que mira más al noroeste, levantada sobre la leyenda originada alrededor de una tumba, algunos dicen que de un santo, otros que del hereje Prisciliano. Qué más da. El caso es que para compensar la levedad de esa posible ficción se tallaron en sólida piedra palacios, templos, escalinatas, fuentes… hasta conformar las estrellas que componen el skyline de Santiago de Compostela, una de las ciudades más bellas de la península, cuya catedral está de 800º cumpleaños.

La piedra

¿Piedra sagrada?
¿Piedra sagrada?

«Sobre la piedra se fundó un credo, creo recordar, hace cieeeentos de aaaañossss. Después de unos decenios más austeros, la piedra hasta se envolvió en oropeles; a la piedra siempre le gustó el lujo. La piedra se fue recubriendo luego de moho y de grietas (en el desierto espiritual, con las temperaturas extremas, el agua del día se transforma en hielo por la noche y raja cualquier pedrusco por duro que sea; los cambios de temperatura difieren hasta en cuarenta grados; no hay piedra que resista tal violencia). Sobre la piedra se alzaron construcciones ideológicas y hasta teológicas; parecía tener vida propia y de vez en cuando supuraba humores corporales y otros fluidos que tenían una extraña querencia para depositarse sobre infantes/as. Y la pregunta final es: ¿no es curioso que, a fuer de buscar lo celestial, de ansiar la comunión con lo que (suponen los piedrólogos) hay arriba, la piedra acabara siendo tan abyectamente terrenal?»