Stop desahucios

Protesta contra los desahucios
Protesta contra los desahucios

Acaba de saltarme en el móvil otro maldito SMS de esos que vuelven a hacerlo todo un poco más oscuro. Un nuevo suicidio de una persona que se iba a ver privada de su casa, en Barakaldo. ¿Cuántos van ya? Hablamos del terrorismo criminal, y del machismo criminal, pero, ¿acaso esta práctica de desalojar a la gente de su casa porque se han quedado en paro, o porque han perdido sus ingresos y no pueden hacer frente a los recibos, acaso esto no es una forma de violencia vil y abyecta más propia de los siglos de la peste negra que de ahora? La propia Unión Europea acaba de deplorar la norma española que desaloja a la gente de sus casas y les arroja a la calle. Es urgente una solución que detenga este sufrimiento, con miles de familias ya desahuciadas y otras miles que podrían correr semejante suerte, y miles de personas también que han ejercido una presión ciudadana ante los domicilios a desahuciar para decir basta ya y decenas de jueces que han puesto igualmente el grito en el cielo. Cualquiera nos podemos ver en esta situación tan injusta en estos tiempos tan inciertos, tan negros. El principio de acuerdo que han alcanzado PSOE y Gobierno esta semana para introducir cambios legislativos urgentes que frenen los desahucios arroja un poco de luz, y ojalá que la voluntad gubernamental sea firme. Mientras eso no ocurra, me temo que el móvil seguirá escupiendo mensajes que encogen el corazón.

Mi libertad preserva la tuya

Este sábado fui con mi hija al multitudinario desfile del Orgullo LGTB, en Madrid. Nos subimos y lo disfrutamos desde un lugar muy especial, el del bus descubierto del Partido Socialista, mi partido, la formación que impulsó la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, contra la que el reaccionario PP interpuso un recurso de inconstitucionalidad que ahora, por fin, parece ser que el Alto Tribunal va a echar abajo el próximo martes. Mi hija no preguntó por lo que vio, no se alarmó, ni se extrañó de ver a parejas del mismo sexo besándose, queriéndose en libertad. «Mi libertad preserva la tuya», rezaba una de las pancartas del desfile. Y así es, en efecto: cuando se persiguen las libertades de las minorías en nombre de unas supuestas mayorías, es que la sociedad está corrompida desde sus cimientos. Garantizar el derecho de las personas a que se acuesten, convivan y sean felices en compañía de quien quieran debería estar en el frontispicio de los ordenamientos legales de todas las naciones. España dio ese paso hace siete años de mano de un Gobierno socialista; otros países siguieron su ejemplo, pero falta trecho por recorrer y muchos desfiles que celebrar hasta que sea una realidad en todo el mundo. Mientras tanto, mi hija Estrella crecerá con el convencimiento de que todas las personas son iguales y libres para amarse, con independencia del sexo de cada una. Crecerá libre de los retrógrados, reaccionarios y lamentables prejuicios que han sojuzgado y condenado a tantas personas durante tantos, demasiados, años. ¡Viva la libertad!

Una joven asistente al desfile, con unas gafas de corazones, para verlo mejor
Una joven asistente al desfile, con unas gafas de corazones, para verlo todo mejor

Parte de bajas

Derecha
Derecha a la jungla

Qué semana tan fantástica para el desmantelamiento del Estado del Bienestar con la nueva poda de 10.000 millones de euros del Presupuesto. Arrancamos con el recortazo en los derechos educativos decretado por el señor ministro Wert, proseguimos con el recetazo ordenado por la señora ministra Mato y rematamos con el tasazo universitario amartillado por el mencionado señor ministro Wert. Todo al mejor postor, todo a saldo, que hay que desmantelarlo todo para poder abonar la deuda. Todo lo supedita el PP a pagar los talegazos que España debe a los grandes bancos (alemanes sobre todo, qué casualidad, los mismos que arrastraron a Grecia a un pozo sin fondo de la mano de la señora cancillera Merkel). Y Rajoy sigue la senda. Todo se vende, nada vale. El que quiera sanidad, que se la pague. El que quiera educación, que se la pague. E insisto: esto no es un ajuste contable, aquí hay detrás todo un entramado ideológico muy conservador y muy de derechas, que no se equivoque nadie. Vivan los neocon y a seguir cruzando el Rubicón. ¿Es usted pobre y sin recursos? Mala suerte. Haber elegido otro oficio.