El olvido más atroz

Patxi López
Patxi López

Que les aguarde el olvido más atroz. Que no permitamos que ganen la batalla del relato, ahora que se estila tanto esta palabra. Solo se merecen ser pasto de la desmemoria. Pero desmemoria hasta un punto, para que esta trágica historia no se vuelva a repetir jamás en nuestro país. La democracia les ha derrotado. El día del fin definitivo de la banda terrorista que amargó la vida de tantos y tantos españoles no puede recibir otra cosa. Entiendo la cierta indiferencia de la gente más joven ante esta noticia, pero es un día de alegría por el fin de una historia infame, que a los que ya no somos tan jóvenes solo nos trajo rabia y dolor. Recuerdo aquellos amaneceres en Madrid, la ciudad más castigada por la banda, con noticias alarmantes y sonidos de sirenas. Recuerdo la vez que asesinaron a un mando del Ejército en un barrio colindante al mío, un barrio de obreros y trabajadores. La manifestación posterior; la mirada de reojo al boquete que dejó la explosión que segó aquella vida; el miedo, el no entender tanta sinrazón. Cuánta barbarie para nada. Cuánto silencio y justificación tuvieron estos criminales en Euskadi, tan bien plasmados en la novela Patria, de Fernando Aramburu. Ahora estos bárbaros se pretenderán reivindicar como un movimiento libertador, cuando eran fascismo puro y duro. Mi querido Patxi López, socialista de una pieza, no lo ha podido decir mejor: “No vamos a permitir que ellos nos escriban la historia. Porque en su historia seguramente el asesino dejará de ser asesino y la víctima, víctima. Y eso no lo vamos a permitir». De la resistencia y los resistentes a este horror habla un libro editado recientemente, Los resistentes. Relato socialista sobre la violencia de ETA, de Sara Hidalgo. Por todo ello, todo el recuerdo para las víctimas y los resistentes, y todo el olvido para las alimañas y su vesania criminal.

Qué fue de la verdad

Opinión pública
Opinión pública

En tiempos, lo relevante en periodismo era contar la verdad de los hechos, lo que pasaba, suficientemente contrastado y documentado, de manera que los ciudadanos de este complejo magma social pudieran conformar un elemento fundamental en las democracias modernas y avanzadas: la opinión pública. Ahora todo ha cambiado y lo que importa no es la verdad: es el llamado relato, la manera de inculcar, divulgar e incluso promulgar una versión de las cosas con la que el común de los mortales acabe comulgando. Estas técnicas narrativas empezaron aplicándose al campo del marketing y la publicidad (un famoso libro de hace ya años:Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes, de Christian Salmon), y han acabado por imponerse en todos los campos. Por supuesto, también en la política cuando la llevan a cabo políticos faltos de escrúpulos: véase la manipulación burda y falaz de los hechos que está haciendo el secesionismo catalán para reivindicarse ante la opinión pública internacional, con muestras tan tremebundas como el reciente vídeo Help Catalonia, inspirado nada más y nada menos que en el caso de Ucrania. Y uno se puede sonreír y condenar prácticas tan burdas desde su sofá, pero, ojo, que una mentira mil veces repetida acaba convirtiéndose en verdad, especialmente cuando los destinatarios son gentes de allende nuestras fronteras que siguen teniendo una imagen prototípica y absolutamente desfasada del país.Y que España, en esto de imagen, es pasto, por mentira que parezca, de una leyenda negra pergeñada hace siglos y que, misterios de la historia, seguimos arrastrando. Ya no importa la verdad, solo cuenta el relato.

Un relato

Lluvia
Lluvia

Si «en el principio era el verbo y el verbo era Dios», debe de querer decir que la fuente de todo está en un relato, real o imaginado. El poder de las palabras que cambian nuestras vidas, la historia de un hombre que existió, o no, resucitado, o no, hace dos mil años, que transformó la historia del mundo, y al que muchos hoy siguen adorando a través de los relatos bíblicos. La historia de cualquier hombre, con sus sueños realizados y frustraciones por lo que nunca se atreven a realizar. Hay un personaje de la última novela de Paul Auster, Sunset Park, que desea «escribir un ensayo sobre las cosas que no ocurren, las vidas que no se han vivido, las guerras que no se han librado, los mundos en la sombra que corren paralelos al mundo que tomamos por real, lo que no se ha dicho y no se ha hecho, lo que no se recuerda». Frustraciones eternas y frustraciones más terrenales, como ésta: ¿por qué (casi) siempre diluvia en Semana Santa?, ¿es el dios de los cristianos el dios de la lluvia? Este sí que es un misterio por resolver.