Qué más da que nunca llegara el Scalextric

Reyes Magos de Playmobil
Reyes Magos de Playmobil

Estos días recuerda uno la emoción de los días de la infancia, cuando se esperaba la llegada de los Reyes Magos y de los ansiados regalos. En aquel entonces, cuando yo era pequeño, era casi la única época del año –junto con el cumpleaños y tal vez el fin de curso- en la que uno solía recibir regalos. Eran otros tiempos, que los niños de hoy en día, aparentemente tan hastiados y sobrados de cosas, no pueden ni imaginarse. Yo y mis hermanos teníamos un tope de tres juguetes, y los Reyes nunca me trajeron ni el Ibertren, ni el Scalextric, que sí dejaban en otras casas más pudientes.

Ay, ¡aún hoy miro la caja de los Scalextric en las tiendas con aquel deseo de lo que nunca llegó! Qué más daba. Eran días de espera y de ilusión, fuese lo que fuese que uno se encontrara al despertar la mañana del día 6. Al final, lo más importante es mantener la ilusión, y no precisamente por las cosas materiales, sino por todas las curvas y las emociones que la vida te puede deparar. La clave es mantener la ilusión, las ganas y la curiosidad de aprender en este Scalextric que es la vida.

Lope lañador

Lañas en la cerámica de Lope
Lañas en la cerámica de Lope

Los Reyes Magos me han traído una palabra que desconocía: lañero, o lañador. No leñero, ni leñador. Define un oficio consistente en reparar cerámicas rotas mediante pequeñas grapas de metal (lañas). Me llegó el regalo visitando la Casa de Lope de Vega en Madrid, en donde se conserva una vasija rota con varios cientos de años, recompuesta mediante las artes de este oficio desaparecido. Lope de Vega, que habitó esa casa, debió de tener mucho de lañero, o lañador, puesto que unió mediante la grapa de sus palabras centenares de historias a lo largo de sus setenta y pocos años, por los que desfilaron decenas de vidas en una vida tan azorosa como la suya, en las que tantas tempestades del alma, como dejó escrito, debió de atravesar sin laña alguna. Y ahora se entiende, y da mucha lástima, que en estos tiempos en los que hace falta tanto consenso en nuestra vida pública no haya personas que desempeñen este oficio del pasado y usen ese afán de poner lañas, de unir, de coser y cohesionar. Tal vez los Reyes Magos de Oriente puedan utilizar su magia para repartir lañas. A ver cómo se portan, y cómo nos portamos los demás.

Lo raro es que no dé alaridos

Llevaba días sin escribir este blog. Han pasado muchísimas cosas desde la anterior entrada. Vinieron los Reyes Magos, pasaron las fiestas, empezaron las rebajas, se empinó la cuesta de enero, reapareció Rajoy, ocurrió la desvergüenza del caso Bárcenas. Oigan, qué escandalazo lo de Bárcenas: sobresueldos en B, dinero negro a espuertas… Tremendo. En suma, desde principios de enero ha seguido el ritmo de los días con sus esperanzas, sus desesperanzas y su pereza. Pero aquí seguimos. Con todo este panorama, y a pesar de los pesares, el sol sigue saliendo, y lo raro es que cada mañana, cuando asoma el astro rey por el este, no lo haga dando alaridos, o bostezando, o tapándose los ojos y los oídos, porque el panorama de aquí abajo sigue estando muy malito.