Ban, paren la represión en Siria

Ban Ki-moon
Ban Ki-moon

«Estimado señor Ban Ki-moon: enhorabuena antes de nada por su reelección al frente de tan prestigiosa institución. Espero que los parabienes no le impidan ver el bosque de problemas que siguen al acecho de la especie humana, como me consta que ha hecho en los últimos años y para lo que usted ha llevado a cabo valientes iniciativas durante su primer mandado al frente de la ONU. Aprovechando su recién comenzado segundo mandato, yo y muchos como yo queremos llamar la atención de usted en relación a la situación en Siria, que estamos seguros de que le preocupa, en donde un ser que se dice presidente (¿?) sigue masacrando a un pueblo que pide democracia. La comunidad internacional estuvo muy presta para intervenir en Libia, parando la escabechina de Gadafi, pero no parece manifestar la misma diligencia para (intentar) poner fin a las tropelías del presidente (¿?) sirio. Así que, ¿harán ustedes algo antes de que ese país se acabe de desangrar por completo? Espero que hagan algo antes de 2016, que es cuando vence su segundo mandato. Quedo a la espera de sus noticias: los sirios tienen bastante menos tiempo.»

¡Extínganse, pero ya!

Huevos de Pascua
Huevos de Pascua

Pasó la Pascua de Resurrección y hay que retornar a la rutina, con sus ingredientes habituales y cotidianos. Entes que no deberían resucitar jamás y que no acaban de desaparecer: ETA, la represión en Siria, la tiranía de Gadafi. ¿Por qué no se marchan para siempre? ¡Extínganse de una maldita vez! (hay que estar ciego, o loco, o ambas cosas, para no hacerlo). Por otra parte se topa uno con entes que reviven al calor electoral: el uso que el PP hace de la lucha contra el terrorismo, un material tan delicado que debería quedar fuera de la trifulca política, pero que los conservadores (encarnados en su sector más ultra) se empeñan en utilizar una y otra vez, una y otra vez, con tal de arañar unos votos. Con los muertos no se debe jugar.

Al-Mulk

Medina Azahara
Medina Azahara

En las ruinas de la arrasada ciudad medieval palaciega árabe de Medina Azahara, levantada en el siglo X al lado de Córdoba, se han hallado numerosos restos de cerámica que presentan una inscripción: «Al-Mulk» (el poder), que pueden verse en su museo anexo. No he buscado demasiadas interpretaciones del porqué de esa leyenda, pero llama la atención la abundancia de estos restos: los especialistas dicen que es uno de los 99 nombres que puede adoptar Alá. A mí, sin base alguna, me da por pensar que quizá tenga que ver con la reafirmación y la proclamación de la soberanía del califato omeya de Córdoba, el reino que deslumbró a Occidente. Sabe Dios. Los omeyas que fundaron este próspero estado hispanoárabe, cabeza de Al Andalus, procedían de Damasco, la capital de lo que hoy es Siria, en la que en la actualidad el poder encarnado por Bachar el Asad se resiste a decir adiós y prefiere hacer saltar por los aires las frágiles vidas de cerámica de sus conciudadan@s que piden democracia y libertad. Ojalá que fuera él quien se marchara al museo, pero al museo de los horrores, junto con el resto de déspotas que han gobernado en los estados de la cuenca del Mediterráneo.