Vender y comprar

Plaza Río 2
Plaza Río 2

En la orilla de Usera del Manzanares ha atracado un enorme barco en forma de edificio comercial. Desde sus azoteas, en donde se han establecido diversos restaurantes, se disfrutan unas bonitas vistas del río, del Matadero y de la zona sureste de la capital. Los centros comerciales en forma de grandes contenedores de tiendas de toda clase han fondeado desde hace años en todas las ciudades del mundo. Hay, por ejemplo, aeropuertos como el de Barcelona, que más que un aeropuerto es un inmenso centro comercial en cuyos costados aterrizan aviones. Son templos de ocio y consumo contemporáneos, y miles y miles de personas conciben sus fines de semana ya no saliendo a la sierra o yendo al museo: no, prefieren dirigirse al centro comercial lleno de oropeles, de mármoles y de luces (tienen todos una estética similar y los diseños deben de salir de los mismos estudios de arquitectura), plagados de las mismas marcas y de franquicias similares, con gentes de miranda por doquier para matar el rato. Estos sitios tan mastodónticos pueden dar un poco de miedo a quienes preferimos el comercio de barrio y la plaza de abastos de toda la vida, tan entrañables, y que están llamados, poco a poco, a irse transformando o a desaparecer. Pero ahí están, como las compras online que ya forman parte de los hábitos de consumo, gracias a las cuales uno acaba comprándole algo a un tendero del otro confín del mundo. Vender y comprar, y tener dinero para vender y comprar: el mundo se mueve por el mismo motor desde el principio de los tiempos, ya sea en un puesto de segunda mano de El Rastro o en una tienda tan moderna de las que se encuentran ahora junto al río Manzanares.

Usera, puerto de mar

Barco
Barco infantil, listo para colorear

Semana a semana se produce el milagro. Una sala de teatro, nave más que sala por la singladura en la que nos embarca a tod@s, hace que este modesto barrio de Usera se haga la mar océana de las artes escénicas de la mano de obras de primer nivel, nunca antes vistas en un barrio como este y que antes, para ser vistas, requerían que uno tuviera que desplazarse hasta el centro de la ciudad. Sopla el viento, se inflan las velas. De todas las obras que he visto este año, ahora que llega el final de 2014 y a los humanos nos gusta hacer balance, me quedo con cinco piezas que me encantaron: Mendoza, de Los Colochos Teatro; Yo de Mayor quiero ser Fermín Jiménez, de El Pont Flotant; El Minuto del Payaso, de Teatro el Zurdo; La cena del Rey Baltasar, de la Compañía Los Números Imaginarios, y El Examen de los Ingenios, de Bedlam Teatro. Me dejo alguna en el tintero fijo, porque alguna obra que quise no pude ver, pero este ramillete me trae a la memoria un montón de recuerdos y de agradecimientos a los hacedores de esta magia y de tanto arte. Y cualquier elección es injusta y parcial, porque, para mí, tiene mucho, muchísimo mérito, quien salta a las tablas, vence su miedo y nos hace partícipe de su obra y de su arte, pues tal es el objeto del teatro. La Kubik Fabrik y sus arrojados y animosos tripulantes transforman a esta periferia en el centro de la ciudad, con gentes de todo Madrid que se acercan hasta aquí para presenciar el milagro. Y, ojo, que en 2015 prometen muchas sorpresas para seguir creciendo, así que atentos al telón. Semana a semana, la Kubik convierte a Usera en un puerto de mar, con barquitos atracados y barquitos a punto de zarpar.

Elogio de lo imposible

El examen de los ingenios
El examen de los ingenios

Hoy sábado 22 a las 22:00 es la última oportunidad para ver en la Sala Kubik Fabrik una obra extraordinaria: El examen de los ingenios, de la Compañía Bedlam Teatro. Se inspira en la figura de un autor español del siglo XVI, Juan Huarte de San Juan, del que, yo, tan ignorante en tantas cosas, nunca había oído hablar. Huarte escribió en 1575 un libro, Examen de los ingenios para las sciencias, cuyo objetivo era aconsejar a cada persona, tras el análisis de cuestiones como carácter y constitución física, cuál era la profesión que más le convenía. Ni que decir tiene que la obra de Huarte pretendía mejorar la sociedad de su época y, como no podía ser de otra manera en aquella España, acabó siendo prohibida por la Inquisición, aunque se divulgó en ediciones clandestinas en nuestro país e incluso más allá de nuestras fronteras. La obra de teatro, ingeniosa de verdad, está protagonizada por cinco actores que, durante hora y media, desarrollan toda una dramaturgia clásica que es en realidad una fábula contra la persecución de la inteligencia, el castigo a los diferentes y el menosprecio de la mujer, casi que tres constantes durante tantos siglos de historia en esta piel de toro que ha sido tan fúnebre para los avances y el desarrollo. Alterna risa y reflexión y tiene un desenlace feliz para la posteridad en el que ellas, al final, triunfan. Acérquense si no tienen plan para hoy, porque les va a encantar y concidirán plenamente con una de las sentencias con que finaliza esta pieza: «Más daño hace quien tiene buen juicio y mala entraña que quien se entretiene en perseguir lo imposible».