Violencia social

Protestas en Valencia
Valencia

A los estudiantes valencianos que protestan contra los recortes del PP se les golpea, y a continuación la derecha gobernante (jaleada por toda una inmensa caverna mediática) busca todo tipo de disquisiciones para justificar la brutalidad. Los médicos advierten de que los ajustes del PP están poniendo en riesgo el Estado del Bienestar. La nueva reforma laboral del PP permitirá dar una patada en el culo a los trabajadores sin apenas contrapartidas. ¿No es todo esto violencia social, ejercida por un Gobierno del PP que iba a ser tan centrado y tan centrista? Aquí se está produciendo un ajuste de cuentas, pero ideológico y con ADN marcadamente derechista: la teoría del sálvese quien pueda y de que el Estado es un estorbo y no debe ejercer ningún papel contra las desigualdades. Si quieres educación, te la pagas. Si quieres sanidad, te la pagas. El que no pueda, que arree; mala suerte. Y el coste de la crisis no se hace recaer sobre los bancos, sino sobre los obreros, que cobran demasiado y trabajan poco. Atención: solo han pasado tres meses desde las elecciones, pero la España más negra ha aflorado y se ha apropiado del escenario.

PD.- A Baltasar Garzón se le expulsa hoy de la carrera judicial. Hoy, 23-F, fecha de infausto recuerdo para los demócratas. Parece la última broma macabra que se puede hacer con él.

Canguro (¿Campsguro?)

Canguro
Canguro

El origen de la palabra «canguro» es incierto. Hay una leyenda que cuenta que el explorador británico James Cook llegó a la costa australiana allá a finales del siglo XVIII y se encontró con este extraño ser brincador. Le preguntó a un lugareño por el nombre de aquel animal inédito a sus ojos occidentales. El lugareño le contestó, en su idioma salvaje, «gangurro», y Cook escribió «kangaroo». Sostiene esta leyenda que «gangurro» no era en realidad el nombre del animal, sino la frase aborigen «no le entiendo», «no sé lo que me está preguntando». Pero ahí quedó la cosa. Si Cook llegara hoy a la costa valenciana, todavía a comienzos del sigo XXI, se encontraría con un tipo llamado ¿Campsguro? que no paraba de dar saltos, embutido en cómodos trajes hechos a medida para que las costuras no dificultaran sus alocados movimientos. Entendérsele no es que se le entienda demasiado, aunque entre su progenie gurteliana se entienden bastante bien entre ellos. Fuera como fuera, este canguro levantino acaba de dar un salto hacia atrás tras su último número de ayer, y sin duda la democracia ha dado un salto hacia adelante. El circo de la Gürtel seguirá brindando alegres espectáculos.

El censor

Tijeras
Tijeras

«Amada doctora, le habla Cleofás Cista, para servir a Dios y a usted. Perdone que no haya podido ir a la consulta y que le escriba este correo eléctrónico, pero me dio un ataque de melancolía pensando en cuando era más joven y trabajaba de censor para el régimen. ¡Ah! Qué placer me producía cortar una película subidita de tono en la que aparecía un beso, no le digo nada si el corte afectaba a un seno incipiente, o a la curva de un muslo… Pero no era menor el también intenso placer que me generaba cortar de un libro palabras como «democracia», «derechos humanos», «libertad». ¿Y qué hacía con todos esos recortes? Los iba archivando en una caja, y por las noches los mezclaba en fantasías interminables, con un sucio y paradójico sentimiento de culpa. Lástima que la llegada de la democracia arruinara mi trabajo y me condenara a vagar como alma en pena. Estoy ya mayor, pero, dígame la verdad, ¿cómo estoy de salud para emigrar a otro país en donde pudiera retomar mi vieja querencia por las tijeras, China por ejemplo? Si lo de China no me lo recomienda, había pensado como alternativa irme a Valencia: allí seguro que el presidente Camps me podría dar un buen puesto para eliminar de las emisiones públicas palabras como «correas», «bigotes», «trajes». ¡Gran placer!»