Muerte de un quiosco

Un quiosco de prensa, en Madrid
Un quiosco de prensa, en Madrid

Pues se acaba el año 2012 y termina con una mala noticia: el quiosco de prensa del barrio donde vivo desaparece hoy para siempre. Sí, sé que es una tontada al lado de la cantidad de grandes calamidades que nos afligen, pero, oigan, a mí me da tristeza. Porque reparo en que en los barrios obreros de Madrid, que son los que sostienen el alma de esta gran ciudad, van desapareciendo poco a poco estos establecimientos que antes eran tan habituales, como los olmos que acabaron muriendo víctimas de grafiosis en los últimos años. Pienso en la lenta y silenciosa desaparición de los quioscos que con frecuencia habían sido un modesto, pero importante, foco de influencia cultural en barrios madrileños tan privados a menudo de servicios, cuando no existía la Internet ni nada que se le pareciera, con aquellos quiosqueros con los que comentar las noticias e intentar enderezar la realidad tras un vistazo rápido a las portadas de las publicaciones. Recuerdo, de temprano adolescente, la ilusión que me hacía ir a buscar solo, sin compañía de mis padres, el periódico de los domingos al quiosco de Carabanchel Alto donde me crié: esa sensación de libertad de ir al encuentro del ejemplar impreso de El País y volver a casa echando un vistazo ansioso a sus páginas. Hubo un quiosquero hace muchos años en Francia que se llevó el premio más insigne de las letras galas, el Goncourt. Pero da igual. Un buen día cierran, al siguiente los desmontan y como prueba de su existencia -en muchos casos estuvieron ahí decenas de años- solo queda la plataforma de hormigón donde se aposentaron, a modo de túmulo funerario. Los periódicos pasan a ser despachados en esas tiendas multiusos que lo mismo te venden peluches como una chuche, sin mayor entusiasmo. Cierran el quiosco de la esquina de mi barrio, en donde todas las mañanas compraba mi barra de pan, mi periódico, antes de que me engullera la boca de Metro que está justo al lado y que me conduce por sus entrañas hasta escupirme cerca de mi trabajo. Sí, es una tontada, pero me da pena, porque es también una señal del declive de los medios impresos, algo doloroso para quienes trabajamos en este negociado de la comunicación. El quiosco que por desgracia tantas malas noticias ha dado en los últimos tiempos se ha convertido él mismo en noticia y ha acabado pereciendo en estos días oscuros para la prensa (con los propios periódicos en papel con un futuro incierto). Ojalá en 2013 volviera a resurgir y a abrir sus puertas, pero me temo que no será así y que lo añoraré, como el tocón de un olmo muerto por grafiosis evoca un tronco y unas ramas desaparecidas para siempre.

PD.- Este humilde blog, según me cuenta WordPress, ha tenido casi ocho mil visitas en 2012, durante el cual escribí un centenar de posts. Faktuna, cuyo nombre surgió de una idea de mi hija, acumula casi 29.000 visitas en sus tres años de existencia. Gracias a todo@s los que me seguís: a tod@s os deseo que en 2013 comencemos a ver un poquito de luz y que la cosa vaya lo mejor posible. ¡Feliz año nuevo!

Llevárselo muerto

El PP quiere que algunos hagan caja con la sanidad de tod@s
El PP quiere que algunos hagan caja con la sanidad

«Estimado señor agente de esta comisaría del sur de Madrid. Felices fiestas antes de nada, para usted y todo el personal en general, a pesar de que haya tanta gente empeñada en que se nos agüen. Vengo a interponer una denuncia, por lo siguiente, que paso a relatarle:

– Ayer, mientras comía en una céntrica taberna castiza de nuestro Madrid, no muy lejos de esta comisaría, escuché una conversación de unos tipos trajeados que estaban sentados en la mesa de al lado. No parecían peligrosos sindicalistas ni nada semejante. Comentaban lo siguiente y parecían tener bastante conocimiento de causa: «Estos [deduje a posteriori que se referían al PP y a la cuadrilla que gobierna la Comunidad] quieren dejarlo todo limpito [deduje luego que se referían a los procedimientos oscuros para allanar y justificar la privatización de servicios sanitarios que practican los del corchete anterior] para que luego alguien se lo lleve muerto [o sea, que se haga caja a saco donde antes había un servicio público]«.

– Ítem más en esta denuncia: esta mañana, al ir a mirar mi cartera, he visto que la antigua tarjeta de asistencia médica que tengo de la Comunidad de Madrid, do resido, se ha transformado en una tarjeta de débito e incluso de crédito. Así, sin más ni más. Al principio pensé que habría habido algún efecto de contagio por ósmosis entre estos entes llamados tarjetas, que desde hace tiempo tienen la misma forma. Pero en segunda instancia comprendí lo que había ocurrido: como la forma se hace al ser, la tarjeta se ha hecho a la nueva realidad que representa desde que, ayer, el PP de Madrid votara en la Asamblea a favor de la ley que permite la gestión privada de hospitales y centros de salud. Lo que antes era un derecho, querido agente, se va a transformar en una mercancía. Lo que antes era un servicio público prestado desde la óptica del Estado del Bienestar, se va a convertir en un negocio al servicio del lucro privado. Ahora entiendo que mi tarjeta de salud porte ahora unos dígitos raros y una banda magnética. Ya no somos portadores de derechos: ahora somos cosas que se ponen malas y que ya veremos cuándo y cómo se atienden.

Señor agente, pongo estas cuestiones en su conocimiento para que detengan a los promotores de esta calamidad. Hagan algo antes de que a usted también lo privaticen. Agradecido.»

Patricia Hernández, hit parade en la red

No es habitual que un vídeo de contenido político alcance en nuestro país el grado de difusión que ha conseguido la pregunta que una joven diputada del PSOE, la tinerfeña Patricia Hernández, lanzó el pasado 19 de diciembre en el Congreso a la ministra de Empleo, Fátima Báñez: alrededor de un millón de visitas sumando los registros de los diferentes enlaces, según informaba la agencia Europa Press. Hernández interpeló a Báñez en la última sesión de control del Congreso por las declaraciones de un alto cargo del Ministerio que achacó la emigración de jóvenes españoles a un «impulso aventurero». «Decir que aquellos jóvenes que abandonan su hogar, su familia y amigos lo hacen porque son una mezcla entre Willy Fog e Indiana Jones es de una crueldad inaceptable -le dijo a la ministra-. Les están haciendo la vida imposible a los jóvenes (…), han aniquilado la inversión de investigación y desarrollo, los han dejado fuera del sistema sanitario, reducen a la mitad las políticas activas de empleo (…) y ¿encima les dicen que se van de aquí porque son unos juerguistas que quieren conocer el extranjero? ¡Esto es tan estrambótico como encomendarse para solucionar la crisis a la Virgen del Rocío!». Según esta parlamentaria, las políticas del Gobierno fuerzan «el exilio» de los jóvenes mientras la ministra de Empleo «falta a una cumbre europea donde se discuten los fondos de ayuda contra el desempleo porque prefiere los canapés y el cava». «España no se merece una ministra como usted», remachó, ante lo cual Fátima Báñez replicó pidiendo «sensatez y menos chistes baratos que no llegan a ningún sitio». Pues chistes baratos no sé, pero no parece que el común de los mortales juzgue de tal forma la intervención de esta diputada a tenor de la extraordinaria difusión de sus palabras. Enhorabuena.