Reina Juana

La estatua de Juana I, en Tordesillas
La estatua de Juana I

Una estatua solitaria recuerda la figura de Juana I de Castilla en la ciudad vallisoletana de Tordesillas, a orillas del Duero, donde murió en 1555 después de decenas de años de presidio en vida. La motejaron como “la loca” y así pasó a la historia. No son pocos los historiadores que la han intentado liberar de ese dudoso honor. Varios estudios extienden sospechas sobre el papel que jugaron su propio padre, Fernando el Católico, y su propio hijo, Carlos I, para urdir bulos sobre su salud mental con tal de tenerla apartada del poder. Mi castellana favorita, que bien la quiere, me advierte, con mucha razón, de que la historia de este país podría haber cambiado para siempre si Juana hubiera aceptado ponerse al frente de la causa comunera. Es historia ficción, pero, ¿qué podría haber pasado? Tal vez España no se habría embarcado en costosísimas aventuras imperiales que arruinaron el país y los reinos sobre los que se sustentaba la entonces incipiente nación. No lo sabremos nunca. Juana dio lugar a cuadros, películas y piezas teatrales, quién se lo iba a decir. La actriz Concha Velasco le dio vida no hace mucho en una memorable Reina Juana, y la conmovedora interpretación de aquella mujer sin duda atormentada y apasionada fue un bello homenaje a una figura histórica que, como tantas otras, no ha sido bien tratada, como bien prueba el apodo que la acompaña, en el imaginario colectivo de este país tan desmemoriado.

Aquí no triunfamos todos

Ofrenda floral en Canaletas
Ofrenda floral en Canaletas

La raya entre información y espectáculo está en peligro de desaparición, si no extinta ya. Cuesta cada vez más que esa frontera tan delicada se respete, y todo vale si sube la audiencia y los anunciantes engordan las cuentas de las cadenas. Determinados medios convierten la realidad en un circo y luego se quejan amargamente de ese circo al que ellos tanto contribuyen. Hace unas semanas recuerdo haber escuchado a una locutora ensalzar el esfuerzo informativo –sin duda encomiable– que habían hecho en su medio de los atentados de Cataluña sucedidos días antes. Hasta ahí, bien. El asunto se complicó cuando, llevada de tanta loa, ella y otra periodista que estaba informando desde uno de los escenarios de estos sucesos se echaron tantas flores que la primera se vino arriba y zanjó la escalada de almíbar con un escalofriante “bueno, compañera, aquí triunfamos todos”. Pues no: todos, lo que se dice todos, no. No triunfan ni las víctimas, ni sus familiares, ni los heridos, ni todas las personas aterrorizadas por tanto mal. No puede valer todo en los medios, aunque ese sea el modelo cada vez más dominante. No hay que olvidarse del que sufre. Mala cosa si los medios pierden la perspectiva de la sociedad a la que deben servir.

Carabanchel Alto, nación

Manolito Gafotas
Manolito Gafotas

En resultas que el promotor del acto por el denominado derecho a decidir que se iba a celebrar en Madrid el próximo día 17 proviene de Carabanchel Alto, como yo mismo, Alberto Chicote y el gran Manolito Gafotas. Ha habido mucha alarma y alharaca contra este activista y la Justicia ha prohibido la celebración de este acto que había sido autorizado por el Ayuntamiento de Manuela Carmena. No lo entiendo, porque, sin duda, el referéndum de Cataluña es motivo de honda preocupación, desde decenios, entre los pobladores de un barrio humilde, obrero y cariñosamente periférico como del que procedo. Yo siempre he pensado, la verdad, que Carabanchel Alto debe ser considerada una nación. Solo hace falta un poquito más de pedagogía y de instrucción en las aulas carabancheleras para que este concepto llegue a triunfar. Será la manera de reivindicarnos frente al maltrato permanente de los vecinos envidiosos de Aluche, Cuatro Vientos y Carabanchel Bajo, que nos vienen ninguneando desde hace siglos. Ay, los de Carabanchel Bajo: nunca han soportado que en el Alto corriera más el aire y fuéramos más mejores y más guapos que ellos. Hacen falta más activistas por la independencia, de Cataluña y de donde sea, sí. Por todo ello, Carabanchel Alto, nación ya. Votación y emancipación. Basta de ser una colonia de los barrios de los alrededores. Pongamos fin a tanta opresión.