Recuerdos y sabores

Alberto Chicote
Alberto Chicote

En la cena se van entremezclando los recuerdos, dulces y salados, con los sabores del menú largo y ancho que nos ha preparado nuestro querido cocinero Alberto Chicote, rebosante de bonhomía y cariño hacia sus ex compañeros de clase, que nos juntamos esta noche del viernes 26 de febrero en su restaurante, el NODO. Va desfilando por la mesa la fusión del mediterráneo y de oriente que atesora Chicote. Estallan y se expanden por el paladar los aromas del pan de gamba con salmorejo, albóndigas con miso, pizzas de cristal,  dim sum de oreja, tataki de atún, jamón de toro, sushis y sashimis ibericoorientales, secreto ibérico marinado, finísimas tempuras, esturión ibérico, jarrete de ternera braseado, bombas de lichis… En las conversaciones de Cabeza, Carrrillo,  Javi, Casco, Rubiato, Concha, Fuentes, Esther, Angus, Nacho,  David, Nuria, Tito, Quillo, Dorado, Luna, Conde, Torrecilla… aparecen los recuerdos, el teacuerdasde y el quéhacesahora, unas pinceladas para ponernos al día, sacudirnos el peso y el paso del tiempo y volver a corretear juntos, entre empellones, por los patios del colegio Amorós. ¡Buena suerte, compañer@s!

Almejas desconsoladas

Alberto Chicote
Alberto Chicote

Primero fue un susurro. Luego un murmullo, que dio paso a una indignación creciente. Situémonos: despensa del afamado restaurante El Bulli. Se aproxima el 1 de enero de 2012, momento a partir del cual el dueño de todo esto, el cocinero Ferran Adrià, anunció que cerraría dos años al público, para concentrarse en la creación. Es 31 de diciembre de 2011. El tiempo corre, los últimos clientes se marchan, y aún queda género en las neveras. Las verduras, las carnes, los pescados, el glutamato monosódico (¿o era Glutamato Ye-Yé?)… que aguardaban para triunfar y no acaban de ser llamados a los fogones están que trinan. Unas almejas no esconden su abatimiento: «Adrià prometió convertirnos en una espuma sideral que iba a ser hasta portada en el Restaurant Magazine y que entraríamos en The White House para acabar sorbidas por los carnosos labios del presidente Barack Obama. Y ahora, ¿qué? Qué destino más vulgar nos espera cuando éste cierre: acabar guisadas en una vulgar salsa verde y comidas por un patán en cualquier tabernucha; ¡qué desilusión!». En otros rincones de la despensa de El Bulli sigue la revuelta. «¿Sabéis lo que os digo?», responde airada una hermosa berenjena en sazón, «esto ya no tiene arreglo; ahora mismo hago las maletas y me las piro a Madrid, a conocer a un cocinero que puede estar a mi altura: un tal Alberto Chicote, al que no paran de premiar, y que es un mago con los cuchillos. Ya me estoy viendo exquisitamente laminada por sus expertas manos, frita en aceite de oliva y rociada de miel de caña, dispuesta a satisfacer la gula de algún tipo o tipa interesante, lo mismo me da, que en esto de la pasión una berenjena como yo no hace distinciones entre sexos. Y al Adrià, que le den. Almejas desconsoladas, ¿seguís ahí? ¿No os parece excitante ir a conocer a Alberto