Bombarderos ciegos

Bombardero
Bombardero

Pilotaron las aeronaves de combate durante los tiempos aparentemente brillantes a primera vista, profundamente oscuros bajo la superficie. Los tiempos del boom del ladrillo, la burbuja inmobiliaria y un crecimiento económico más falso que Judas. Desde ahí arriba derramaron sobre nosotr@s, los incrédulos de abajo, toda clase de mierdas. Esparcieron tóxicos por doquier encima de nuestras cabezas: tasaciones sobrevaloradas, hipotecas infladas, créditos a mansalva. Fueron como los bombarderos ciegos que sueltan las bombas bajo sus alas a un golpe de joystick, dan media vuelta en el aire y siguen volando en el cielo, consolándose en que no ven el mal que comportan sus actos bajo sus alas. Acaban hasta condecorados tras la guerra. Ahora vuelven los mismos bombarderos ciegos echando sobre nosotr@s, los de abajo, toda una nueva oleada de bombas no de racimo, sino de tijeras que recortarán nuestros cuerpos: fuera derechos, fuera libertades. Los culpables del caos de la crisis aseguran, más borrachos de cinismo que de costumbre, que también tienen la solución. Y volverán a ser condecorados después de dejar tras de sí, aunque no lo vean, o no lo quieran ver, un rastro de destrucción.

[No-Res], para qué esta nada

Colonia Castells
Colonia Castells

El IX Festival Internacional de Documentales de Madrid, Documenta Madrid, ha premiado con todo merecimiento un magnífico documental, [No-Res], de Xabier Artigas (con la valiosa e imprescindible producción de mi excompañera Ana Castañosa), que recoge los estertores de una forma de vida en una colonia fabril obrera de Barcelona arruinada por la piqueta y las ansias especuladoras. [No-Res] es también una metáfora de la crisis: la burbuja que nos envolvía y cuyo estallido en mil pedazos se está llevando por delante, en una brutal onda expansiva, vidas y proyectos, arruinando la vida de las gentes más humildes y trabajadoras. Un documental sin apenas diálogos, porque no hacen falta: las imágenes lo dicen todo y hablan por sí solas, esa nada que da paso a la nada. Una colonia de viviendas humildes, pero llenas de vida, asolada para pasar a ser un solar poblado por las ratas. Anoche tuve oportunidad de ir a verlo en Matadero Madrid, sede del festival, y me llevé a mi hija Estrella, que con seis años ha heredado en vena la cinefilia de su madre. Me lo pasé en grande a pesar de la tristeza que emana la cinta. Estrella aliñó con sus comentarios de cría espabilada los silencios del documental, y extrajo dos conclusiones: sus críticas a los poderes públicos que han alimentado la burbuja y su abatimiento por ver que se derriban «los sueños de la gente». Su mente de seis años carbura mucho más que la de otros de cuarenta.

Los cascotes

Casco
Casco

Las calles de España están repletas de gentes desnucadas. Durante años hemos estado levantando entre todos, con desigual reparto de responsabilidades, castillos en el aire en forma de hipotecas infladas, sobreprecios por pisos que no valían lo que pagamos por ellos y cuyo valor se ha desplomado de forma brutal. La llamada burbuja inmobiliaria. Ahora algunos parecen haber descubierto la ensoñación en la que hemos vivido, puesta de manifiesto con el escándalo de Bankia, y se llevan las manos a la cabeza. Hemos estado levantando castillos en el aire, castillos que parecían de naipes, pero que resultaron ser de hormigón y mazacote. Y los cascotes resultantes del desastre nos han pegado ahora en toda la cabeza. La diferencia es que algunos estaremos de por vida atados a hipotecas miserables, por no escribir hipotecas de mierda, y que otros (vulgo Rodrigo Rato) salen por la puerta de atrás con indemnizaciones millonarias (tiene tela: 1,2 millones de euros en el caso del ilustre prócer). Así van las cosas en este país, y no hay cascos suficientes para tod@s.