De pucheros

Olla
Olla

La costumbre humana de meter un porrón de cosas en un puchero, cocerlas y comerse después caldos, legumbres, hortalizas y despojos varios es tan vieja como la historia del mundo. El planeta es una gran olla de olores diversos, y las recetas de los potajes proliferan por donde uno mire. Desde las múltiples variantes de los cocidos con garbanzos y otras legumbres de la piel de toro -con esa receta de nombre bestial, olla podrida– a la adafina judía, pasando por el cuscús norteafricano y los excesos de cocción británica, todo el orbe es una gran olla puesta al fuego. Lo extraño es que a estas alturas haya tantas personas que pasan hambre, y que los platos de unos estén tan llenos y los de otros, la mayoría, sigan estando tan vacíos. Así no es de extrañar que el orbe, desde el espacio, seguro que deba verse como una olla exprés echando vapor a lo bestia y que algún día, ¡ay!, corra el riesgo de reventar por exceso de presión.

Leyes físicas: inercias y presiones

Cocido
Cocido

«Me creía tan listo, doctora, que pensaba que las leyes físicas no me afectaban. Pero vaya si lo hacen. Mi cuerpo se enfría y se calienta con las altas y las bajas presiones. Y ahí no acaba todo (que hasta ahí sería normal). Sufro la inercia: la propiedad de los cuerpos de resistirse al cambio del movimiento, es decir, «la resistencia al efecto de una fuerza que se ejerce sobre ellos. Como consecuencia, un cuerpo conserva su estado de reposo o movimiento uniforme en línea recta si no hay una fuerza actuando sobre él». Así pasa que cuando hay un frenazo o un acelerón, yo tiendo a darme el hostión; no entiendo estas brusquedades. También en numerosas ocasiones, con repetida frecuencia en las últimas semanas, veo que mi cabeza está sometida a tensiones raras. Ocurre como cuando hago un cocido en la olla exprés, que luego tengo que poner bajo el chorro de agua fría para equilibrar las presiones del interior y del exterior antes de poder abrir la tapa, feliz acontecimiento que se anuncia con el silbido del aire penetrando en el interior de cacharro. Me bulle la cabeza y me pego duchas, con todos los garbanzos del interior alborotados, pero no acabo de ver una salida y la presión en el interior aumenta. Que se me va la olla, vaya, y mis motivos tengo. Doctora, ¿es grave?»