Oído ayer

Protesta en Madrid
Protesta en Madrid

El presidente del Gobierno dijo ayer en la homilía de clausura del congreso de exaltación del PP mantenido en Sevilla: «A todos los españoles les quiero decir que esta es una reforma justa, es buena para España y es necesaria. Es la reforma que España necesita para evitar que seamos el país de Europa que más empleo destruye (…) A los que protestan les digo: ¿saben que hay madres solas haciendo milagros? ¿Saben que hay padres de familia que ya ni imaginan cuándo trabajarán de nuevo? ¿Qué hacemos frente a ese desaliento?». A esa misma hora más o menos, en la protesta de Madrid contra la reforma laboral, yo escuchaba el siguiente testimonio de un manifestante: «Se han quedado los dos en paro en esta crisis. No tienen ni un duro, ni para darle de comer a su hijo de tres añitos. El otro día les vi y se me partía el alma porque llevaban tres días dándole arroz recocido al niño. Tres días comiendo el mismo arroz recalentado. El niño no lo quiere ni probar. El padre dice que ha pensado en el suicidio. Pero dice que eso no es lo más grave de lo que ha pensado, sino de que se arrepiente de haber tenido un hijo. Y se siente más culpable de eso que de pensar en quitarse la vida».

43

Cumpleaños
Cumpleaños

Cumplo años: 43. Supongo que estaré en el ecuador de mi vida. Bueno, lo he sobrepasado ya salvo que vaya a vivir hasta los 86, una frontera que vista desde aquí me parece una edad bestial e inalcanzable. Nunca se sabe dónde va a estar el final del camino: a cualquiera nos puede caer un cacho de cornisa en la cabeza y quitarnos de enmedio de un instante para otro. La vida es un don efímero y en estos días inciertos es especialmente complicada. Pero quiero pensar que me queda mucho tiempo para dar, para aprender, para amar, para hacer muchas cosas que tengo pendientes y que, ¡ay!, todavía no me he atrevido a poner en práctica. Llevo 43 años de andadura y me queda camino por andar: tengo los zapatos en buen estado aunque la suela se vaya desgastando, creo que sé cómo evitarme algún que otro esguince, tengo buena vista para mirar al horizonte, la vida no me resulta indiferente y sigo cargando una mochila llena de ilusiones y de esperanza en un futuro mejor para vencer (o intentarlo al menos) al miedo.

Espantar la soledad, ahuyentar la tristeza

Neil Young
Neil Young

El cantante canadiense Neil Young publicó en 1992 una preciosa canción sobre la amistad y su pérdida, «One of These Days», dedicada a todos los amig@s que había ido conociendo y con los que había ido perdiendo el contacto a lo largo de su vida. Como le ocurre a él, a todos nos pasa que el paso de los años nos separa de los otros. Evocando esas músicas de Young me acuerdo de un amigo y compañero de la Facultad de Periodismo, un zamorano apellidado Antúnez al que perdí de vista hace más de veinte años. Antúnez era muy rockerito, tenía una banda propia y una novia muy estilosa que estudiaba moda en Madrid. Me mandó por correo un verano, desde su ciudad, en una caja de zapatos de cartón, una serie de casetes. En uno de ellos enlató clásicos anglosajones de The Velvet Underground, The Monochrome Set, The Rolling Stones, The Beatles… Las canciones de Antúnez tuvieron la virtud y la magia de abrirme a la música, a las muchas músicas que ahora escucho; un universo al que luego contribuyó mi pareja, de manera decisiva, con su gramola global. Es complicado hacer amigos como aquel, al que perdí, por incapacidad propia en muchas ocasiones, y por incapacidad de los demás también en algunas. La vida se convierte en una travesía a menudo demasiado desértica, hasta que de repente aparece entre la arena un pozo con una superficie bruñida en medio de la nada, una sonrisa que de manera permanente espanta la soledad y ahuyenta la tristeza. Y la música de la amistad, que parecía perdida a estas alturas del viaje, sigue sonando. Es la magia de vivir.