Fenómenos paranormales

Pau Donés
Pau Donés

Los indígenas de la piel de toro en particular y los humanos en general siempre hemos padecido una relación conflictiva con la realidad difusa que nos rodea, presente y ausente a la vez. En tiempos inquisitoriales se llegaba a condenar a los herejes en ausencia, y el castigo lo recibían efigies de los reos a falta de carne mortal sobre la que ensañarse. El tiempo ha pasado, pero esa relación conflictiva sigue sucediendo. Vean lo del premio literario otorgado a un etarra huido, un premio en ausencia (el Sarri, Sarri de la canción de Kortatu que bailaban los punkis radicales de mi barrio años ha). Y la epidemia se ha contagiado: acaban de darle un Nobel a un investigador que se presuponía vivo, pero que en realidad se acababa de mudar al otro barrio. Fíjense que ahora hay un candidato que aspira a gobernar la realidad española sin decir ni mu sobre sus verdaderas intenciones y cuya doctrina principal es el «depende» (le preguntan: ¿bajará las pensiones?, ¿recortará el gasto social?, ¿erradicará el cangrejo americano de los ríos patrios?, y él contesta, «uff, pues qué lío, depende, depende, depende…»). «Depende» fue el título de una pegadiza canción que cosechó un gran éxito estos años de atrás; a mí no me gustaba, pero eran legión sus seguidores.

Garzón y los torquemadas

Torquemada
Torquemada

Tal día como hoy, pero en 1482, una bula papal nombraba inquisidor a un fraile dominico, Tomás de Torquemada, cuyo nombre quedó asociado para siempre a tan siniestra institución de la historia española: la Inquisición, que se mantuvo viva hasta su derogación oficial en el siglo XIX. Viene esta triste efeméride a cuento del proceso abierto contra el juez Garzón, al que algunos pretenden expulsar de la carrera judicial por pretender investigar los crímenes del franquismo; o sea, por hacer su trabajo; o sea, por buscar la verdad de la también siniestra dictadura, por desenterrar aquel pasado sanguinario que aún yace en forma de esqueletos en muchas fosas y cunetas de esta piel de toro. Un caso contra un magistrado de prestigio internacional, que parte de oscuras querellas presentadas por asociaciones ultraderechistas. ¿Alguien entiende algo? ¿Puede alguien echar un ojo, aunque sea harto desagradable, al féretro de Torquemada, no vaya a ser que haya salido de la tumba y ande paseándose por algún despacho?