La barra de pan

Panes
Panes

No puedo salir a la calle sin desayunar, porque siento que me falta algo. El desayuno es la comida más importante del día, así que no puedo entender a la gente que amanece, salta de la cama, da un trago de agua al grifo y sale a la calle a encarar la jornada, sin más ni más. Sí, yo no puedo salir a la calle sin haber escuchado antes en mi casa las radios, visto alguna tele y sin comprarme el periódico, mi periódico, de camino a la boca del Metro que me engulle día a día para llevarme al trabajo. Desde hace muchos años viene siendo así, en los diferentes lugares en los que he trabajado hasta el momento. Al menú matinal se une también desde hace menos tiempo el repaso a algún medio digital. Hace muchos años ya, sí: creo que desde que tengo 18 años compro a diario mi periódico (he dejado una pasta a la empresa editora si echo cuentas). Sin estos nutrientes informativos matinales no me oriento bien en el mundo. Ya dice mi mujer que en esta casa el periódico es como la barra de pan.

PD: A la barra de pan tradicional de Madrid se le llama pistola, una denominación que no se emplea en otras partes de España. El caso es que hay periódicos que escupen balas. Y empresas editoras-panificadoras que juegan con fuego.

Al revés

Sean Penn
Sean Penn

«Vaya por Dios. He leído el periódico demasiado deprisa y demasiado en diagonal y tengo una confusión neuronal considerable, como si hubiera sumergido lo que me queda de cerebro en una coctelera y le hubieran pegado unos meneos en Chicote. Resulta que en Madrid todas las procesiones las van a protagonizar ateos convictos y confesos que van a sacar en procesión a Scarlett Johansson y a Sean Penn como testimonio de su amor al Sumo Hacedor, Sumo Hacedor que en realidad es el Gobierno de China que ha decidido comprar ingentes cantidades de derechos humanos en todo el mundo para saldar la deuda que tiene con su sociedad de tal forma que que los ciudadan@s de la República Popular sean merecedores de tal nombre y no ocurra lo que en España, en donde se juzga antes a los jueces que a los corruptos a quienes persiguen. Ah, no, que esto último no es al revés, que es ¿al derecho? Qué carajal tengo; debe de ser la alergia al polen.»

Confusiones cotidianas

Confusión
Confusión

«Seguro, doctora, que a usted le ha pasado en alguna ocasión: llegar al torno del Metro e intentar franquearlo haciendo ademán de meter la llave de casa. El caso contrario es más raro: llegar a la puerta de casa e intentar abrirla con el cupón del abono transporte, pero puede darse, aunque a mí no me haya sucedido. Total, son confusiones que forman parte de nuestra vida cotidiana. A veces, en el quiosco, me he confundido y he pagado el periódico que leo desde hace años con el vale de comida que me entrega la empresa, en lugar de entregar el cupón correspondiente como suscriptor, y lo raro es que el quiosquero no me ha dicho nada. Bueno, al final estamos hablando de lo mismo: nutrientes, unos alimenticios, otros informativos. También me ha pasado darle un beso a mi jefe creyendo que es mi esposa, y estrechar la mano de mi esposa confudiéndola con mi jefe. A veces incluso me levanto por la mañana, me miro en el espejo y veo a un señor que dice ser yo, aunque yo hace años que no conozco ese careto. Menudo lío, doctora.»