Muertos muy vivos

Guadaña
Guadaña

«Doctora querida, este es un mundo lleno de vivos que se lo están llevando muerto por la patilla. Un ejemplo: los financieros a los que se les hacen inyecciones de crédito (la venidera de Bankia: 23.000 millones de euros, más del doble del viaje que le pegó el Gobierno del PP de Mariano Rajoy a la sanidad y a la educación). Vivos que se lo llevan o han llevado muerto, y a los que hay que seguir haciéndoles transfusiones de sangre para que no desfallezcan, a costa del desfallecimiento de todos los demás mortales, que de por sí estamos muertos a fuer de no haber sido nunca tan listos. Y resulta que tampoco hay mucho que hacer según dicen los entendidos, pues si no se les insufla sangre nueva y fresca, todo el país será un camposanto. Menudo dilema el de la piel de toro, un toro ahora en los huesos y puro pellejo después de haberse comido, merendado y cenado las vacas gordas. No sé si me se entiende, doctora. ¿Le queda algo de papeo en la nevera?»

Folio en blanco

Máquina
Máquina

Este país está a punto de introducir un folio en blanco en la máquina de escribir de su historia para los cuatro próximos años. Atrás quedan otros cuatro años, muchos folios llenos de letras, de aciertos y de errores, como en cualquier empresa humana. Pero pasa a la historia una legislatura marcada sobre todo por los meneos que una crisis global económica y financiera sin precedentes ha propinado a la máquina de escribir de España, torciendo y retorciendo los renglones de nuestras vidas con los efectos devastadores que todos conocemos. Hay quienes creen, creemos, que en los folios de los próximos años debe haber margen para hacer otras políticas, para salvaguardar el Estado del Bienestar desde una óptica socialdemócrata. Y hay otros que creen que los folios hay que recortarlos hasta dejar unos márgenes mínimos, de llegar incluso hacer trizas los papeles en blanco en sus políticas neoconservadoras de sálvese quien pueda. No hay muchas más opciones. Usted elige.

Desprecio y memoria

Niyireth Pineda
Niyireth Pineda

Cuando alguno de mis compatriotas desprecia a los inmigrantes que han llegado a España en los últimos años, está despreciando a un tiempo a los trabajadores que hicieron posible buena parte del crecimiento económico desde finales de los 90 -truncado por la crisis global-, a las personas que cuidan a sus mayores y a sus críos en muchas casas, a los soldados que por desgracia están muriendo allende nuestras fronteras… Están insultando también a los hijos de estos inmigrantes, tan españoles como nosotros, a los que construirán la España del futuro. Y, sin darse cuenta, están insultando también a sus abuelos, a los españoles que probablemente tuvieron que emigrar a otros países para buscarse la vida hace decenas de años. La memoria, en este país, es de una gran fragilidad; está hecha de una pasta muy ligera, que se deshace entre los dedos al mínimo soplido. Así somos.