Enredados

Enredo
Enredo

El debate sobre la regulación de las descargas en Internet es un asunto endemoniado en España por el cariz que ha cobrado el asunto. Partidarios y detractores se enredan en la red, y la solución a este embrollo dista de estar cerca. Cierto es que la industria cultural española ha tardado en adaptarse a las nuevas tecnologías y que aún hoy asombra el precio de distribución y el coste de algunos productos cuando los comparas con los que puedes traer del extranjero a través de Internet. Pero cierto es también que vivimos en un país donde la piratería no merece ninguna censura, y es practicada con fruición por todo dios, para asombro de otros países. Han cambiado los tiempos, vale, y quedan lejos aquellos años en los que los adolescentes de barrio de Madrid íbamos al centro para proveernos de material en Discoplay o Madrid Rock. Ahorraba uno unos durillos y luego rompía la hucha para comprar las novedades discográficas. Ha llovido mucho. Ahora hay muchos jóvenes criados en entornos digitales y que, me temo, se han acostumbrado al gratis total, y yo no sé si muchos valoran lo suficiente el esfuerzo que hace alguien cuando escribe un libro, compone una canción u organiza la producción de un film. No lo sé. La pregunta final es: ¿está usted dispuesto a abonar dinero por acceder a un producto cultural?

El Guernica

Guernica
Guernica

Ya se ha movido bastante. Comenzó su andadura en París, con motivo de la Exposición Universal de 1937, mostrando al mundo, desde el pabellón español, el horror de los bombardeos fascistas en la Guerra Civil. De allí pasó a Nueva York, a su Museo de Arte Moderno, con algunos otros viajes de por medio. De esa gran metrópoli, capital del mundo, regresó a esta gran otra ciudad que es Madrid, a los pocos años de la Transición democrática, en 1981, cumpliéndose así el deseo de Picasso de que esta obra no volviera a España mientras estuviera bajo el yugo y las flechas franquistas. Su primer hogar fue el Casón del Buen Retiro, frente al parque homónimo; y era grato dar un paseo por el parterre que está enfrente y pasar luego a echar una ojeada al cuadro. De allí lo movieron al Reina Sofía,en 1992. Así que, en efecto, mejor que no se mueva más, porque además, por su avanzada edad, presenta un delicado estado de salud. Total, sin necesidad de más mudanzas, es un cuadro que forma parte de la memoria colectiva y que decoró muchas de nuestras habitaciones de adolescentes, como un símbolo permante del horror de la guerra. El Guernica está bien donde está.