«Cuando me asomo a la ventana, doctora, entreveo un panorama lleno de lianas y de una maleza sucia, muy tupida y trepadora, que va cubriendo la superficie de todas las casas que tengo enfrente de mi ventana; que va penetrando por todas las rendijas de la sociedad, convirtiéndola en una jungla enloquecida. Lo que ayer era una sociedad provista de ascensores para que los ciudadanos pudieran subir y mejorar su posición social, con independencia de la familia en la que hubieran nacido, se está perdiendo. Le hablo de esos ascensores en forma de becas para el estudio, por ejemplo, que hoy están desapareciendo por obra y gracia de nuestros gobernantes. Le cito un ejemplo, doctora: una carrera de letras cuesta casi dos mil euros al año; no todo el mundo se puede permitir ese desembolso; en una carrera más técnica, el dinero crece con creces. Desaparecen los ascensores sociales y todo se puebla de lianas… Estamos volviendo a la jungla, con los servicios sociales podados salvajemente, en un sálvese quien pueda despiadado, y el que no pueda, mala suerte. En la pesadilla que comienzo a atisbar desde mi ventana, doctora, alcanzo a ver gentes que se aprestan a subirse a los árboles de donde nunca debieron descender, que arrancan maderos y se dedican a apalizar a quienes están abajo y no pueden ascender. Veo una pauperización social que ya no es solo cosa de unos pocos: que nos empieza a afectar a la mayoría, por activa o por pasiva. Atisbo una jungla urbana que no me gusta, doctora, y que me da mucho miedo.»
Mes: noviembre 2012
Nostalgia de «¿como están ustedes?»
Si asomaran los payasos por el borde de la tele (no los tristes payasos que entristecen la realidad todos los días, sino los de antes, los de la familia Aragón, los de verdad) y preguntaran «¿cómo están ustedes?», la respuesta no iba a ser demasiado entusiasta, pero seguro que a más de uno se nos dibujaría una sonrisa en el rostro. Una sonrisa, incluso una risa, que es el mejor arma contra el miedo que nos atenaza en estos tiempos oscuros de crisis sin fondo. La risa que conocimos los que fuimos niños con ellos, con los payasos de la tele, y aquel su mágico saludo de bienvenida al mundo de la risa, del humor. Hace falta reír, pero es que hay muy pocos motivos. En la negra España, con este triste ser que tenemos de presidente, en cuyos doce meses de victoria electoral todo ha ido a peor. En la gris Europa, que nos lleva del brozal de los recortes sin que se sepa muy bien para qué vale tanto sufrimiento, salvo para darle gusto a Merkel y a los bancos alemanes, porque la recesión sigue viento en popa. En el mundo, lleno de locura y mezquindad (una buena noticia: alto el fuego en Oriente Próximo; ojalá dure y se llegue a una solución definitiva de dos estados que coexistan y convivan). La risa vence el miedo, como bien sabía Miliki, que acaba de irse seguro que sin dejar de sonreír y cuyas canciones seguirán trayéndonos risas del pasado, y risas de futuro a mi hija.
Que se dejen de zurriagazos

Los Balcanes del siglo XXI llevan muchísimo tiempo desplazados a Oriente Próximo, en donde el sonido de los tambores de guerra no ha dejado de sonar. Ahora vuelve, insistente, con aroma de muerte, en el enésimo choque entre Palestina e Israel, después de los cohetes lanzados por los primeros contra los segundos, y la respuesta de los segundos, con el trasfondo del debate en este mes de la justa pretensión de Palestina de ingresar como estado observador de la ONU, y las próximas elecciones en Israel en 2013, y , y, y… Demasiados decenios ya sin una solución definitiva. Yo defiendo Israel como nación democrática, el país tan vinculado a nuestra Sefarad, que ha alumbrado músicos que a mí me gustan tanto, como David Broza, Yasmin Levy, Mira Awad, Mor Karbasi…; escritores como Amos Oz, David Grossman… Grandes intelectuales que abogan por una nación en paz con su entorno, y que sea respetada por su entorno, por supuesto. Y defiendo también una Palestina democrática y que vele por el desarrollo de la igualdad y la justicia social. Dos estados que coexistan. ¿Por qué es tan difícil? Quizá haga falta una gran alianza de los sectores más moderados de ambos lados, que den la espalda a los extremistas de una y otra parte. Mientras este avispero no se calme, esa zona del mundo seguirá siendo un quebradero de cabeza permanente.