Lope lañador

Lañas en la cerámica de Lope
Lañas en la cerámica de Lope

Los Reyes Magos me han traído una palabra que desconocía: lañero, o lañador. No leñero, ni leñador. Define un oficio consistente en reparar cerámicas rotas mediante pequeñas grapas de metal (lañas). Me llegó el regalo visitando la Casa de Lope de Vega en Madrid, en donde se conserva una vasija rota con varios cientos de años, recompuesta mediante las artes de este oficio desaparecido. Lope de Vega, que habitó esa casa, debió de tener mucho de lañero, o lañador, puesto que unió mediante la grapa de sus palabras centenares de historias a lo largo de sus setenta y pocos años, por los que desfilaron decenas de vidas en una vida tan azorosa como la suya, en las que tantas tempestades del alma, como dejó escrito, debió de atravesar sin laña alguna. Y ahora se entiende, y da mucha lástima, que en estos tiempos en los que hace falta tanto consenso en nuestra vida pública no haya personas que desempeñen este oficio del pasado y usen ese afán de poner lañas, de unir, de coser y cohesionar. Tal vez los Reyes Magos de Oriente puedan utilizar su magia para repartir lañas. A ver cómo se portan, y cómo nos portamos los demás.

Mi deseo para este 2018

No más lágrimas
No más lágrimas

Ahí va uno de mis principales deseos para este año recién parido: que ninguna mujer, por el mero y simple hecho de ser mujer, tenga que ir con miedo por la calle. ¿Es tanto pedir? Pues parece que sí, visto el rosario trágico de casos de violencia de género que siguen jalonando las páginas de los periódicos y los informativos de televisión, cada vez más espeluznantes. Casi sesenta mujeres asesinadas el año pasado; casi mil víctimas –entre mujeres e hijos- desde que se comenzaron a recoger estadísticas oficiales en 2003. El trágico desenlace del caso Quer que ha convertido este fin de año en una crónica truculenta del horror revela la maldad y la mala bestia que algunos hombres llevan dentro. Contra el machismo criminal hace falta dotación de recursos de los poderes públicos para las necesidades de la Administración judicial y de los cuerpos de seguridad, y, sobre todo, mucha prevención. Mucho trabajo en las aulas –en las que, por desgracia, la derecha gobernante eliminó educación para la ciudadanía-, que es el lugar donde empieza la socialización de nuestros hijos, para que esos futuros adultos vean a sus compañeras como iguales en libertad y derechos, y nunca como objetos para su libre disposición. Solo el día en que todas las mujeres puedan salir a la calle sin ningún tipo de miedo habremos conseguido una sociedad plenamente libre.