Torbellinos

Torbellino
Torbellino

En esta vida rara del siglo XXI nos dejaremos de ver en algún momento en la escala analógica, pero seguiremos en contacto a través del espacio digital. Salimos de vidas analógicas; entramos en las digitales; ambas humanas: equiparadas por absurdancias comunes en ambos mundos. Cambiaremos de trabajos y de vida; se seguirán borrando nuestros rostros de tantos lavarlos con agua del grifo y secarlos después con toallas todas las mañanas. ¿Qué ocurre con la cantidad de células epidérmicas que se desprenden de nuestro rostro cada amanecer, lavado tras lavado de cara? Caen por el desagüe, vale, pero, ¿se dirigen a algún refugio ignorado? ¿Forman otros cuerpos, otras caras, las caras que dejamos de ser en esta vida en la que cada minuto hace viejo al anterior? Creemos que el tiempo se desarrolla en forma de flecha, hacia adelante, pero a veces todo parece que pega tumbos en círculos y torbellinos sin fin que nos engullen sin ni siquiera eructar después, tras hacer la digestión de nuestras existencias.En el mundo analógico existían los almacenes de objetos perdidos; en el digital, ¿existirán los depósitos de seres perdidos?

Cóctel de realidades

Algo
Algo

«Doctora querida. Si la realidad analógica, que es en la que creo haber vivido durante buena parte de mi modesta existencia, ya me parecía tan embrollada en muchas ocasiones, ahora el cacao mental se multiplica con las nuevas realidades digitales. La ebullición que solía dispararse en mi mente simplemente por la exposición al mundo analógico sube de grados y de temperatura con estos flamantes mundos virtuales que me/nos desbordan por doquier.
Es todo tan inabarcable, tan inasible, tan incomprensible, tan ingobernable. Estamos en medio de una revolución para la que no tenemos respuestas, y por la cara que me pone, doctora, sé que usted tampoco las tiene. Morimos más ignorantes de lo que nacemos…»

Apagón analógico

Realidad digital
Realidad digital

«Doctor, doctor, estoy obsesionada con las zonas de sombra. Verá. Soy una alta ejecutiva en una empresa de nuevas tecnologías de la información, y estoy harta de estar permanentemente conectada a la realidad en la que vivo sumergida desde que comencé a trabajar en el sector. Odio las llamadas constantes, los mensajes permanentes, los artilugios sonando a todas horas; mi mente está siempre recibiendo señales. Necesito descansar. Por eso busco zonas de sombra, donde las ondas no lleguen; he diseñado incluso un GPS propio -¡si se enteraran en mi empresa!- para encontrarlas, y permanecer así desconectada, escuchando sólo el ruido de la calle. Yo, nacida y entregada a la causa digital, con una obsesión neoadolescente por exhibirme en todas las redes sociales virtuales, me estoy replegando hacia lo analógico. Y ahora que estaba en esa fase de vuelta atrás en el tiempo, resulta que se aproxima el apagón analógico y, doctor, creo que mi cuerpo se está difuminando; me temo que me desvaneceré y que sólo permanecerán visibles mis dedos, que al fin y al cabo son una realidad digital. ¿Puede hacer algo, doctor?»