Patricia Hernández, hit parade en la red

No es habitual que un vídeo de contenido político alcance en nuestro país el grado de difusión que ha conseguido la pregunta que una joven diputada del PSOE, la tinerfeña Patricia Hernández, lanzó el pasado 19 de diciembre en el Congreso a la ministra de Empleo, Fátima Báñez: alrededor de un millón de visitas sumando los registros de los diferentes enlaces, según informaba la agencia Europa Press. Hernández interpeló a Báñez en la última sesión de control del Congreso por las declaraciones de un alto cargo del Ministerio que achacó la emigración de jóvenes españoles a un «impulso aventurero». «Decir que aquellos jóvenes que abandonan su hogar, su familia y amigos lo hacen porque son una mezcla entre Willy Fog e Indiana Jones es de una crueldad inaceptable -le dijo a la ministra-. Les están haciendo la vida imposible a los jóvenes (…), han aniquilado la inversión de investigación y desarrollo, los han dejado fuera del sistema sanitario, reducen a la mitad las políticas activas de empleo (…) y ¿encima les dicen que se van de aquí porque son unos juerguistas que quieren conocer el extranjero? ¡Esto es tan estrambótico como encomendarse para solucionar la crisis a la Virgen del Rocío!». Según esta parlamentaria, las políticas del Gobierno fuerzan «el exilio» de los jóvenes mientras la ministra de Empleo «falta a una cumbre europea donde se discuten los fondos de ayuda contra el desempleo porque prefiere los canapés y el cava». «España no se merece una ministra como usted», remachó, ante lo cual Fátima Báñez replicó pidiendo «sensatez y menos chistes baratos que no llegan a ningún sitio». Pues chistes baratos no sé, pero no parece que el común de los mortales juzgue de tal forma la intervención de esta diputada a tenor de la extraordinaria difusión de sus palabras. Enhorabuena.

Oigan, los de la caverna, que esto es un derecho

Reforma laboral
Reforma laboral

Con la caverna mediática desatada y poco menos que anatemizando a las personas que hoy hacen huelga como violentos roj@s peligrosos y vendepatrias, es menester recordar que, oigan, esto es un derecho legítimo que asiste a todos los ciudadanos. El derecho a decir que hoy no trabajan porque están en contra de una reforma laboral injusta (porque permite el despido libre, la rebaja de salario y ampara la pérdida de derechos adquiridos), ineficaz (porque en lugar de ayudar al empleo lo que fomenta es el despido) y, por último, que vulnera derechos reconocidos en la Constitución. La derecha gobernante y todo el piélago de medios que le asisten ponen el acento en broncos disturbios, piquetes, caos y destrucción. Yo me asomo a la ventana y no veo ni coches incendiados, ni iglesias ardiendo. ¿Que puede haber exaltados en los piquetes que se pasan de vueltas? Seguro. Pero, ¿por qué no se recuerdan las tremebundas presiones que sufren muchos trabajadores y trabajadoras que hoy tienen que acudir a su trabajo sí o sí? ¿Por qué no se airean las coacciones que reciben muchas personas que no pueden hacer huelga, queriendo secundarla, por miedo a represalias? Como el caso que me contaban esta mañana de una trabajadora que no ha secundado la huelga por miedo a que le dieran una patada en el culo al día siguiente. Y lo más tremendo es la conclusión a la que llegaba esta persona, según me referían: «No hago huelga para que no me despidan… Y al final sé  que dentro de un tiempo me van a despedir igual». Oigan, los de la caverna, esto ¿no es violencia?

Carta al monseñor

Rouco Varela
Rouco Varela

«Estimado (¿?) monseñor. Escucho sin devoción sus últimas declaraciones acerca de su honda preocupación sobre el futuro de las pensiones y de las prestaciones por desempleo, y me pregunto si se ha convertido usted a la fe socialdemócrata. Y es que no recuerdo que la Iglesia fuera la impulsora de los derechos sociales que nos asisten en esta democracia. Es más, pensaba yo, fíjese en mi inmenso error, que eran conquistas que propulsaron sus -sin duda- bienamados gobiernos socialistas, pero es que tengo el cerebro horadado por la propaganda gubernamental cual queso emmental. Está claro que vivo desnortado y sin unas gafas tan potentes como las suyas para ver entre las tinieblas; ¿puede recomendarme a su oculista ante mis problemas de visión? Habla también de que en la sociedad «urge una conversión política y jurídica», pero no acaba de precisarlo. ¿Se refiere a una conversión al marianismo? ¡Ay, pillín, pillín, que se le ve el plumero! Me despido ya, como hice en una carta anterior: ni suyo, ni afectísimo.»