«Estimado (¿?) monseñor. Escucho sin devoción sus últimas declaraciones acerca de su honda preocupación sobre el futuro de las pensiones y de las prestaciones por desempleo, y me pregunto si se ha convertido usted a la fe socialdemócrata. Y es que no recuerdo que la Iglesia fuera la impulsora de los derechos sociales que nos asisten en esta democracia. Es más, pensaba yo, fíjese en mi inmenso error, que eran conquistas que propulsaron sus -sin duda- bienamados gobiernos socialistas, pero es que tengo el cerebro horadado por la propaganda gubernamental cual queso emmental. Está claro que vivo desnortado y sin unas gafas tan potentes como las suyas para ver entre las tinieblas; ¿puede recomendarme a su oculista ante mis problemas de visión? Habla también de que en la sociedad «urge una conversión política y jurídica», pero no acaba de precisarlo. ¿Se refiere a una conversión al marianismo? ¡Ay, pillín, pillín, que se le ve el plumero! Me despido ya, como hice en una carta anterior: ni suyo, ni afectísimo.»
faktuna.com 
A pesar de considerarme católico comparto tu desafecto por Rouco. Pero no así lo que afirmas en tu artículo. Ni es verdad que la Iglesia no haya propulsado ni postulado por mejoras sociales (multitud de encíclicas hay sobre ello y bastante anteriores a cualquier gobierno socialista) ni éstas se han producido exclusivamente con gobiernos socialistas. Algo tendrá que ver un señor llamado Suárez y sus ministros y algún que otro gobernante ajeno al puño y la rosa. EL mundo y España existían antes de que llegaran los socialistas. Y no llegaron exclusivamente para mejorarlo… a no ser que te refieras a sus bolsillos.