
«Buenas tardes, agente. Aquí Cleofás Cista, listo para denunciar. Le cuento, y perdone que le moleste, que le veo con mucho lío, pero es que esto es muy importante. Vaya llamando a sus superiores y al comisario, porque aquí hay tomate; hágame el favor de llamar incluso al ministro; pare, al ministro mejor no. Voy al grano, no se ponga nervioso. Estuve viendo la otra noche un bien documentado reportaje en la TDT -qué programas tan veraces, oiga, ya era hora de que se hicieran en esta España presa del caos, la destrucción, el dolor, abocada a la desaparición y en manos del anticristo-. Viendo ese reportaje la otra noche, ya le digo, volví a convencerme de que detrás de los atentados del 11-M en Madrid están elpsoeetamarruecoszapaterorubalcabablancoacidobóricoextrañassustanciasexplosivasetc. Pues bien, mosqueado como estoy, hete aquí que a la mañana siguiente me encontré a mi vecina del quinto comprando en la farmacia unos extraños productos llamados apiretal y betadine. Yo creo que es terrorista; además tiene dos críos pequeños, y juraría yo por dios que -para más inri- sin bautizar, una prueba inequívoca de su naturaleza maligna y sediciosa. Apiretal y betadine, eso es lo que creí oírle. Seguro que son sustancias empleadas para hacer explosivos y que algo tiene que ver con el 11-M. ¿Pueden detenerla, o llamo mejor a alguna cadena de esas de la TDT y se lo cuento?»