Rosa con espinas

Primo Levi
Primo Levi

Si se me permite una recomendación bibliófila para este 23 de abril, Día del Libro, hay una que a mí me hizo mi consejera áulica, cuyo asesoramiento siempre sigo, y cuya lectura acabo de terminar. No es un libro actual, pero el tema de fondo que aborda -la dignidad humana frente a la barbarie más monstruosa- está de permanente actualidad, marcado a fuego en el ADN de la historia humana. Se trata del título Si esto es un hombre, del escritor y científico italiano Primo Levi (1919-1987), de familia judía afincada en el Piamonte, y de origen sefardí por cierto. Levi narra de una manera magistral, sin gritar ni vomitar (que sería lo fácil), su estancia en el campo de concentración de Auschwitz, tras la que logró sobrevivir entre otras cosas movido por el afán de contar toda aquella monstruosidad tan inconcebible, para que, como él mismo dice, «la memoria de lo sucedido en el corazón de Europa, y no hace mucho» pudiera servir «de sostén y admonición» para las generaciones venideras. Quizá lo hayan leído; en caso de que no lo conozcan, búsquenlo. Si es para regalo, no necesitarán acompañarlo de una rosa como acostumbran en Cataluña, porque este libro es, en sí mismo, una rosa con espinas resistentes que floreció sobre el inmenso lodazal que fue el nazismo.

Germen totalitario

La cinta blanca
La cinta blanca

Si tienen tiempo para ir al cine y quieren pasarse dos horas y media aferrados a la silla, mientras a su alrededor cunde el desasosiego por lo que se ve -y no se ve- frente a sus ojos, hay una película ideal estos días en cartel: La cinta blanca (Das weiße Band, The White Ribbon), del director austriaco Michael Haneke, ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes 2009. La obra, rodada en blanco y negro, se sitúa en los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial, en algún lugar de Alemania, y deja entrever el totalitarismo moral de una sociedad enferma que se ceba con los débiles y que dio paso luego a la monstruosidad histórica que fue el nazismo. Deja entrever, porque lo peor es lo que no se ve y que luego sigue bullendo en el interior del espectador cuando abandona la sala, cuando esa cinta blanca que simboliza la pureza y la virtud se ciñe alrededor del cuello de quien la ha visto. Está ambientada en Alemania, sí, pero podría estarla en otros muchos lugares que han padecido horrores semejantes. Suscita muchas preguntas -sobre el yugo de la religión, sobre los planteamientos morales asfixiantes…-, pero no da respuestas. No les dejará indiferentes.