Espantar la soledad, ahuyentar la tristeza

Neil Young
Neil Young

El cantante canadiense Neil Young publicó en 1992 una preciosa canción sobre la amistad y su pérdida, «One of These Days», dedicada a todos los amig@s que había ido conociendo y con los que había ido perdiendo el contacto a lo largo de su vida. Como le ocurre a él, a todos nos pasa que el paso de los años nos separa de los otros. Evocando esas músicas de Young me acuerdo de un amigo y compañero de la Facultad de Periodismo, un zamorano apellidado Antúnez al que perdí de vista hace más de veinte años. Antúnez era muy rockerito, tenía una banda propia y una novia muy estilosa que estudiaba moda en Madrid. Me mandó por correo un verano, desde su ciudad, en una caja de zapatos de cartón, una serie de casetes. En uno de ellos enlató clásicos anglosajones de The Velvet Underground, The Monochrome Set, The Rolling Stones, The Beatles… Las canciones de Antúnez tuvieron la virtud y la magia de abrirme a la música, a las muchas músicas que ahora escucho; un universo al que luego contribuyó mi pareja, de manera decisiva, con su gramola global. Es complicado hacer amigos como aquel, al que perdí, por incapacidad propia en muchas ocasiones, y por incapacidad de los demás también en algunas. La vida se convierte en una travesía a menudo demasiado desértica, hasta que de repente aparece entre la arena un pozo con una superficie bruñida en medio de la nada, una sonrisa que de manera permanente espanta la soledad y ahuyenta la tristeza. Y la música de la amistad, que parecía perdida a estas alturas del viaje, sigue sonando. Es la magia de vivir.

La llama humana

Mor Karbasi
Mor Karbasi

Escuchando el otro día en vivo en Madrid a una cantautora en ladino en un recital organizado por Casa Sefarad Israel, la judía Mor Karbasi, reparaba en que son las mujeres las que han transmitido la llama de la humanidad desde el origen de nuestra especie. Son ellas las que en todos estos siglos oscuros pasados -y en tantas oscuridades presentes- se han ocupado de poner luz a todas las cosas verdaderamente importantes, mientras nosotros los hombres estábamos ocupados en un sinfín de gilipolleces. Y a pesar de todo, han sido históricamente despreciadas, vituperadas, violentadas. Y no menos despreciado, vituperado y violentado ha sido el movimiento feminista que ha emancipado a las mujeres. Sé que estoy escribiendo cosas de perogrullo, pero no por ello deja de resultar escandalosa esta realidad, que se evoca al escuchar un romance en ladino que se ha podido transmitir de generación en generación, desde hace siglos, gracias a la magia de las mujeres que mantuvieron viva la llama de Sefarad en sus hogares.

Sintaxis y profilaxis

Palabras
Palabras

En el colegio enseñan, o enseñaban, sintaxis. En casa enseñan, o enseñaban, profilaxis. En plata: hablar bien y hablar educadamente, vaya. Sintaxis y profilaxis en el manejo de las palabras, que son las que almohadillan el mundo que nos rodea. Sintaxis para hacer oraciones gramaticalmente perfectas, que expresen mi mundo y me permitan hacerme entender ante el mundo de otro. Profilaxis para que nuestras oraciones mantengan su sentido piadoso y no hieran a los demás. De igual modo que somos, o solíamos ser, extraordinariamente pulcros con lo que nos llevamos a la boca, que se limpia primero bajo el chorro del agua del grifo, deberíamos serlo también con lo que sale de ella: que tus palabras no hiedan ni hieran innecesariamente al que tienen enfrente. Que también pases bajo el chorro del agua del grifo de alguna fuente de tu mente lo que vas a decir antes de que atraviese tus labios. Pero, no sé, siento que cada vez se están perdiendo ambos mandamientos: que cada vez a un mayor número de gente le da lo mismo la construcción de sus frases, y que también les trae el pairo que las palabras que salen de su boca se conviertan en dardos malolientes.Ni sintaxis, ni profilaxis.