Hollando caminos

Banderas UE-España
Bandera UE-España

Con frecuencia creemos ser pioneros hollando caminos que en realidad otr@s abrieron antes que nosotros. En algunos casos lo llaman adanismo: «Hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente» (DRAE), por Adán, el primer poblador de la Tierra creado por Dios para judíos, cristianos y musulmanes.  Por ignorancia o soberbia pensamos que somos los primeros en algo, y resulta que no estamos sino pisando las huellas que otros dejaron, o quitando el polvo al camino que otros transitaron con resultados dispares. Pero hay ocasiones en las cuales sí transitamos por caminos nunca hollados: hace veinticinco años, por ejemplo, España dio un paso de gigante con su adhesión a lo que hoy es la Unión Europea, después de tantos siglos de vivir, en la práctica, casi de espaldas a nuestro continente. Hace 25 años que las estrellas de la bandera europea comenzaron a circular por nuestras arterias, y sus efectos beneficiosos comenzaron a dejarse sentir sobre todo el organismo nacional, trayendo para España un desarrollo vertiginoso, hasta entonces desconocido, transformando nuestros caminos empedrados en flamantes autovías de última generación. En la defensa y la salvaguarda de Europa, el espacio de desarollo económico y social más justo del mundo -con todas sus deficiencias, por supuesto-, está nuestra senda, nuestro camino y nuestro futuro.

Nivel de ruido

Grito
Grito

¿Sabes, Faktuna? En esta piel de toro la semántica tiene una aplicación difusa: se predican unas palabras, pero se practican las contrarias. Se lee que nos gusta dialogar, aunque en el fondo nos vaya más el monólogo, a veces incluso a gritos. Así no es de extrañar que nuestro nivel de ruido sólo esté por detrás, en todo el mundo, de Japón. Otros escriben y dan su opinión, pero más bien pontifican y sientan cátedra. Hacemos también bromas con cosas que no las tienen. Una de las últimas, por ejemplo, el ataque hacker a la web oficial de la Presidencia española de la Unión Europea, que algunos medios incluso parecen degustar, olvidándose de que estamos ante un asunto que en estos momentos es una cuestión de Estado y que simboliza la imagen del país. ¿Dónde está la gracia de este tema?

El sueño de Andrés Laguna

Andrés Laguna
Andrés Laguna

Qué casualidades. España ingresó en la entonces denominada CEE (precursora de la actual Unión Europea) en 1986. Fue el mismo año en el que un grupo sueco de rock llamado Europe (quién no se acuerda de las permanentes de sus componentes) cosechó un gran éxito mundial -España incluida-, con una pegadiza canción que estaba hasta en la sopa, The final countdown. Para España, aquel año significó también el final de la cuenta atrás para entrar en una UE que ha impulsado nuestro bienestar, y que ahora nos toca presidir durante este primer semestre del nuevo año. En 1986, España puso su reloj en hora con una Europa cuya identidad glosaron figuras de nuestra historia como el humanista Andrés Laguna, un médico segoviano de origen judío que en un lejano discurso del siglo XVI abogó, según sus conocedores, por una idea moderna de civilización europea opuesta a la barbarie. ¿Qué pensaría hoy Laguna ante una UE que se ha convertido en el mayor espacio de desarrollo humano del mundo? Posiblemente constataría que, con todas sus imperfecciones, se cumplió su sueño.