Bendita rutina

Rutina
Rutina

Amanecer con las noticias en la radio; uf, dan ganas de anochecer de nuevo. Hacer mis ejercicios. Preparar el desayuno. Esbozar estas líneas del bloc. Llevar a la niña al cole; reírme con sus últimas ocurrencias. Pillar el periódico, para ver qué ha ocurrido en estos días e intentar comprender algo. Qué despiste de actualidad: ¿CiU goleó al Madrid?; ¿fue al revés? ¿Qué pasa con unas filtraciones? Meterme en el Metro para recorrer las tripas de la ciudad antes de lllegar a mi trabajo. Correos sin contestar no tengo. Repasar tareas pendientes de aquí a fin de año y pensar en el siguiente; bueno, mejor no pensar en el siguiente. Ir a nadar a la hora de comer. Vuelta al curro. Y volver a agradecer todo el afecto recibido en estas últimas semanas tan duras. Aprender a convivir con esta herida que me ha salido a la altura del corazón; seguro que irá cicatrizando, seguro, pero de momento me entra frío. Bendita rutina.

Aterciopelando la rutina

Guitarra
Guitarra

Cualquier vagón del metro de Madrid un lunes a primera hora de la mañana es un mar de rostros adormilados, de gentes todavía embotadas que van con cara de pocos amigos a encontrarse con su práctica cotidiana después del fin de semana. Por eso se agradece que haya otras gentes que también retoman su contacto con la semana apostadas en un rincón del intercambiador de transportes, interpretando un bolero, tocando una pieza de música clásica en su violín o rasgueando en su guitarra los acordes del Concierto de Aranjuez con un toque blusero. Son los artistas anónimos que a cambio de unas monedas y una sonrisa -de quien se las quiere dar- hacen más cómodo el aterrizaje en la pista de lo cotidiano, colorean los días grises, aterciopelan con su música las de por sí desabridas paredes del metro y de la vuelta a la rutina.