
Amanecer con las noticias en la radio; uf, dan ganas de anochecer de nuevo. Hacer mis ejercicios. Preparar el desayuno. Esbozar estas líneas del bloc. Llevar a la niña al cole; reírme con sus últimas ocurrencias. Pillar el periódico, para ver qué ha ocurrido en estos días e intentar comprender algo. Qué despiste de actualidad: ¿CiU goleó al Madrid?; ¿fue al revés? ¿Qué pasa con unas filtraciones? Meterme en el Metro para recorrer las tripas de la ciudad antes de lllegar a mi trabajo. Correos sin contestar no tengo. Repasar tareas pendientes de aquí a fin de año y pensar en el siguiente; bueno, mejor no pensar en el siguiente. Ir a nadar a la hora de comer. Vuelta al curro. Y volver a agradecer todo el afecto recibido en estas últimas semanas tan duras. Aprender a convivir con esta herida que me ha salido a la altura del corazón; seguro que irá cicatrizando, seguro, pero de momento me entra frío. Bendita rutina.
Bienvenido a tu otra casa, la común y «ordinaria»
Nada mejor que el afecto y el cariño (y tienes mucho de ésto) para ayudar a cicatrizar las heridas del corazón. Mientras alguien está en nuestro pensamiento vivirá para siempre.