Mala pata, Pata Negra

Kiko Veneno
Kiko Veneno

No parece buena cosa que a estas alturas de la historia, con todo lo escrito en las páginas negras del recorrido humano, se estigmaticen etnias o pueblos que de por sí vienen siendo perseguidos a lo largo de los tiempos. Las expulsiones de Francia de los gitanos rumanos, que están siendo investigadas por la Comisión Europea, desprenden un intolerable tufillo cuyo olor llega hasta esta España tan especializada en procedimientos semejantes (desde los masivos de judíos y moriscos, hace unos siglos, al más reciente aplicado por el ex presidente Aznar de «teníamos un problema y lo hemos solucionado» -vuelos con subsaharianos deportados y narcotizados para que no molestaran-). Si alguien delinque, sea gitano rumano o extremeño cacereño, justicia y aplicación de la ley, pero de ahí a meterlos a tod@s en el mismo saco media una distancia considerable que alienta prejucios, discriminaciones y … uso electoralista de un asunto tan delicado: la lideresa del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho se dio un paseo ayer por Badalona en compañía de una eurodiputada gala de Sarkozy, para comprobar los supuestos problemas causados por gitanos rumanos, anunciando que hará campaña con este asunto, meneando el espantajo inmigración=delincuencia, para ver si en la buchaca le caen algunos votos el próximo 28 de noviembre. Mala cosa, mala pata; me quedo con Pata Negra, el legendario grupo de los hermanos Amador, gitanos, que antes habían creado Veneno con Kiko Veneno, otro gitano más (que acaba de estrenar disco, por cierto, Dice la gente).

Avería, Keynes… ¿Esperanza?

Bruja Avería
Bruja Avería

No es probable, por edad y mentalidad, que Esperanza Aguirre conozca el mantra que la entrañable Bruja Avería soltaba cada dos por tres cuando hacía una trastada en la mítica serie televisiva de los adolescentes de los 80, La Bola de Cristal: «Pero qué mala, pero qué mala soy», se ufanaba el personaje del programa creado por la realizadora Lolo Rico. Pero sin duda que en la práctica lo aplica. En su discurso sobre el Estado de la Comunidad en la Asamblea de Madrid, cargó contra el Gobierno en la actual coyuntura de crisis económica -qué raro- y volvió a pasar por encima del papel que las políticas ultraliberales que ella defiende tuvieron en el desencadenamiento de la crisis global. Lo curioso es que su discurso coincidió en el tiempo con el segundo aniversario del desplome de la corporación Lehman Bros., que tuvo tanto que ver con la génesis del colapso global tan relacionado con los neocon como ella. ¿Algo que decir al respecto? Nada, por supuesto. Ella insistió en que «no hay más remedio que aplicar las políticas liberales, que son las que han demostrado su eficacia para sacar de la crisis» ante las del Gobierno » que llevan al despilfarro» y son propias de los que «siguen creyendo en las falacias keynesianas». ¿Falacias keynesianas? ¿Cómo se puede cargar con tanta soberbia contra uno de los grandes economistas de la historia, cuya teoría es clave en la construcción de los estados occidentales? «Pero qué mala, pero qué mala soy». ¿Y los problemas de la Comunidad? Inexistentes. ¿El estado de los servicios públicos? No se sabe. ¿El caso Gürtel? A mí, plim. ¡Ah!, por cierto, que se le empieza a ver el plumero en su estrategia de comunicación: en los momentos o días previos al debate suelta siempre una noticia, que empaña por completo lo que se vaya a abordar en la Asamblea. El año pasado fue el anuncio sobre la autoridad del profesor; éste, la persecución de los liberados sindicales. «Pero qué mala, pero qué mala soy». Habilidad para emular a Avería no le falta, para qué dudarlo.

Irán y la hamburguesa

Sakineh Mohammadi
Sakineh

No parece precisamente que la hamburguesa de los odiados yanquis sea la comida predilecta de los prebostes del régimen iraní, pero alguna conexión tiene que haber entre ambos elementos. Conocerán ustedes el experimento que una artista de Estados Unidos, Sally Davies, ha hecho con uno de estos platos rápidos: cogió una hamburguesa de un Mc Donald’s allá por el mes de abril, y desde entonces la ha ido fotografiando día a día; la hamburguesa (¿qué le echarán?) no se ha podrido y está como amojamada, pero entera. El objetivo de Davies era demostrar lo poco saludable que son estos platos. Pues con Irán ocurre algo similar: se trata de un régimen amojamado y acartonado, distinguido por su nulo respeto a los derechos humanos. Este verano tuvimos una perla más de la avanzada «justicia» iraní, conocida, por citar algún horror, por su persecución contra los homosexuales. Se trató del caso Sakineh, una mujer acusada de adulterio que se enfrenta a una condena a morir lapidada. La presión internacional y las firmas de cientos de miles de personas de todo el mundo recogidas a través de Internet han conseguido levantar una red y que las autoridades iraníes hayan suspendido temporalmente la bárbara lapidación para revisar su caso, pero, como recuerda Amnistía Internacional, «Sakineh aún puede ser ejecutada si las autoridades levantan la suspensión de la condena o fabrican nuevos cargos contra ella. Desde Amnistía Internacional seguiremos ejerciendo toda la presión de la que somos capaces para que la condena a muerte de Sakineh sea revocada definitivamente. Y eso sólo podemos lograrlo con tu apoyo». Y si quieren, que los prebostes y los jueces del régimen se lapiden entre ellos, a hamburguesazo limpio, por ejemplo.