Tradiciones aberrantes

Toro de la Vega
Toro de la Vega

Hoy se celebra en Tordesillas la aberrante tradición del Toro de la Vega, en la que un animal es acuchillado salvajemente hasta morir, perseguido por una turba de personas armadas con lanzas. Ocurre todos los años por esta fecha y tiñe de sangre los campos de esta, por otra parte, bellísima ciudad vallisoletana. En esta ocasión, está circulando por Internet un manifiesto para pedir la abolición de esta fiesta, que ya han firmado personalidades como Maribel Verdú, Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo o Rosa Montero, por entender que «el Toro de la Vega representa, únicamente, una tortura pública» y rechazar que  «en España se entienda como cultura la humillación y tortura de un ser vivo, que se llame arte a un derramamiento de sangre». Menudo festejo.

Todos eran mis hijos

Hipólito, Muñoz, Perea y Velasco
Hipólito, Muñoz, Perea y Velasco

Acaba de estrenarse en el Teatro Español, de Madrid, una versión de la obra Todos eran mis hijos, un drama clásico del norteamericano Arthur Miller (1915-2005) que bien merece que se acerquen a verla. Escrita en plena posguerra de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, la obra reflexiona sobre los límites de la culpa y la responsabilidad, con el trasfondo del cínico juego de la industria armamentística, y el papel de la heroicidad y la villanía, pues tanto una como otra conviven en cualquiera de nosotr@s a lo largo de nuestra existencia. El elenco de actores de la atribulada familia que protagoniza la obra -con las mentiras y las miserias que les permiten seguir viviendo- tiene al frente a algunos de los grandes de la escena española, como Carlos Hipólito y Gloria Muñoz, flanqueados por jóvenes como Fran Perea y Manuela Velasco, dirigidos por el argentino Claudio Tolcachir. Todos están soberbios en una obra cuya trama discurre con la perfección de un reloj suizo. Seguro que se hartarán de aplaudir si deciden ir a verla (pero dense prisa, que en Madrid sólo estará en cartel hasta el 31 de octubre, aunque luego saldrá de gira por varias ciudades de nuestro país).

El equilibrio

Bicicleta
Bicicleta

Si tuviera un lienzo en blanco, proyectaría todas las imágenes en forma de diapositiva que han compuesto este verano de 2010 a punto de rematar. Desfilarían una detrás de otra las imágenes de los lugares que he visitado, los rostros de la gente amable que he conocido, el aspecto de los platos que he saboreado, las aguas de los mares que han bañado mi piel, los rayos de sol que me han tostado. Pero de todas las imágenes, para el disco duro de la posteridad, conservaría una de forma muy especial: la de mi hija Estrella montando en el patio de mi casa sobre su pequeña bicicleta sin ruedines, aprendiendo a guardar el equilibrio. Una lección clave que ella aprendió muy rápido: guardar el equilibrio, procurarlo al menos, sobre ese hilo invisible, tan inestable, que es la vida.