
El 10, tan orondo él a primera vista, acabó demostrando que tenía unas curvas muy peligrosas que terminaron produciendo más de un siniestro total durante estos doce más bien insoportables meses. Menos mal que nos dice adiós. Prometía ser un año redondo y, como todo el que se cree perfecto, resultó insoportable. Tenía el 10 demasiados michelines, algunos de los cuales nos acabaron asfixiando. El año del agravamiento de la economía global. El año del Tea Party. La ebullición de partidos xenófobos en Europa. El envalentonamiento de la derecha. Los recortes sociales impuestos por la crisis. El estado de alarma. La huelga general. Las dudas de la izquierda. Los casinos universales que acaban maniatándonos. El imposible aprendizaje de la insondable macroeconomía y su efecto en la vida cotidiana. El rostro del poder desvelado por Wikileaks. La suspensión de Garzón. Algunas alegrías. La victoria de la roja. El Nobel a Mario Vargas Llosa. La irrupción de las sombras, con la confianza de que, a pesar de los pesares, algún rayo de sol las pueda despejar, de que alguna sonrisa relaje el rostro. En lo personal, el primer año de este modesto blog (250 entradas, ¡casi 12.000 visitas!; muchas gracias por la fidelidad y el cariño diario de tantos buenos lector@s, que me animan a seguir escribiéndolo). Ha sido el año en el que murió mi madre, Felicitas (71): aunque tus ojos se entornaron, sigo sintiendo el aliento de tu mirada azul. Y nunca olvidaré todo el afecto recibido en ese duro momento. El año en que su nieta, mi hija Estrella (5), aprendió a leer. Hay futuro. Queda esperanza. ¡Feliz año 11!