Lluvia y palabras

Chove miudiño
Chove miudiño

A ver cuánto más puede seguir lloviendo sin parar, que a los de la Meseta de tanta sequía se nos habían olvidado las múltiples y caprichosas maneras que el agua elige para caer del cielo. Igual se tira lloviendo «cuatro años, once meses y dos días», como en el Macondo de Cien Años de Soledad de García Márquez. ¿Y si esta lluvia incesante se sustituyera por un diluvio de palabras, palabras, palabras? “Palabras, palabras, palabras”, como el Hamlet de Shakespeare. Una catarata de sílabas desparramándose por las azoteas y resbalando por los tejados. Lluvia y palabras, palabras y lluvia. Agua que empapa y fecunda la tierra. Lluvia mansa la de estos días, con algún arrebato más colérico, al menos donde yo lo he sentido. Chove miudiño, diría Rosalía de Castro en uno de sus poemas, describiendo con ternura los fenómenos meteorológicos en aquel país de la lluvia. Palabras que fecundan las mentes. Que siga la lluvia, aunque me haya hecho alguna gotera en casa, que se empape y encharque la tierra, que le provea de nutrientes y alimento para que luego brote una hermosa primavera.

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