Caligrafía (II)

Amos Oz
Amos Oz, en su casa en Tel Aviv

Dicen del gran escritor israelí Amos Oz, recientemente fallecido en estos estertores de 2018, que solía enviar notas manuscritas a mano a sus amigos, porque no se convirtió nunca a las modernas formas de comunicación, según reseñó un artículo necrológico de El País.

O sea, que este eterno candidato al premio Nobel de Literatura, autor de la bellísima obra Una historia de amor y oscuridad, en la que narra de forma autobiográfica la vida de su familia desde Europa del Este hasta llegar a Jerusalén, tal vez creyera más en el poder del manuscrito, de la caligrafía, que en el poder de las pantallas. Desde luego que su obra está repleta de fuerza, y todos sus libros son una lectura recomendable para quienes quieran conocer la realidad de Israel y Palestina, un tema sobre el que se habla con demasiada ligereza y, con frecuencia, con demasiados prejuicios y lugares comunes.

Firme defensor de la paz y de la coexistencia entre los dos estados, cronista de la historia de su joven país, hombre de izquierdas y baluarte de la de la tolerancia frente a los fanáticos, su marcha priva de voz, que no de palabras, a todos quienes se identificaban con sus libros, especialmente con esa historia de amor y oscuridad que es uno de los libros más hermosos que yo he leído jamás.

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