
«Buenas tardes, doctora. Uso audífono desde hace muchos años, desde que comencé a quedarme sordo, demasiado pronto para mi edad. Pero ahora me preguntaba si lo puedo dejar de usar, o al menos cambiarlo por uno menos potente; no sé. Verá, me acabo de comprar una casa de segunda mano. Cuando entré en ella, me transmitió muy buenas vibraciones. Estaba sin amueblar, salvo la cocina y el baño. En la cocina me llamó la atención un mueble especiero muy bonito; creo que es de madera de palo de rosa. Lo sorprendente es que los anteriores dueños de la casa, una pareja joven sin niños, habían dejado allí botes llenos de especias y algunos recipientes con otros productos. Destapé un bote de cebollas, que aún se conservaban bien -qué extraño-, y al instante creí oír unos lloros; sí, eran voces mezcladas con llantos. Lo volví a tapar, asustado. Luego cogí un bote de curry, y resonó en mi audífono una melodía romántica. Probé con un bote que ponía «especias picantes» y surgieron unos jadeos entrecortados; éste sí que lo tapé rápido, porque ya voy mayor y mi corazón no aguanta estas emociones. ¿Qué puedo hacer? ¿Tiro el audífono y me quedo en silencio? ¿O me deshago del especiero?»