
«Sobre la piedra se fundó un credo, creo recordar, hace cieeeentos de aaaañossss. Después de unos decenios más austeros, la piedra hasta se envolvió en oropeles; a la piedra siempre le gustó el lujo. La piedra se fue recubriendo luego de moho y de grietas (en el desierto espiritual, con las temperaturas extremas, el agua del día se transforma en hielo por la noche y raja cualquier pedrusco por duro que sea; los cambios de temperatura difieren hasta en cuarenta grados; no hay piedra que resista tal violencia). Sobre la piedra se alzaron construcciones ideológicas y hasta teológicas; parecía tener vida propia y de vez en cuando supuraba humores corporales y otros fluidos que tenían una extraña querencia para depositarse sobre infantes/as. Y la pregunta final es: ¿no es curioso que, a fuer de buscar lo celestial, de ansiar la comunión con lo que (suponen los piedrólogos) hay arriba, la piedra acabara siendo tan abyectamente terrenal?»