
Pues, oigan, a mí me gusta que el Manzanares –nuestro río- haya vuelto a ser “navegable a caballo”, como al parecer lo describió un noble extranjero siglos atrás. El proyecto del Ayuntamiento capitalino de devolverle su aspecto silvestre original, de “renaturalizarlo”, ha acabado con esa pinta de canal artificial que tenía antes, que posiblemente fuera muy del gusto de algunos, pero que no era el Manzanares original. El río verdadero de los madrileños, ahora recuperado, presenta un cauce modesto y de poco calado, en el que, gracias a este proyecto de asilvestrarlo, han surgido ya plantas acuáticas y han anidado muchas especies de aves propias de estas tierras en toda una explosión de vida natural que pugna por abrirse paso entre tanto asfalto. Imagino que habrá vecinos que echen de menos el río/canal que estábamos acostumbrados a ver desde los puentes de Toledo, de Segovia o del Rey. Pero a mí me gusta más así este nuestro río, tan alejado de esos otros cauces majestuosos y grandiosos de capitales europeas, pero cuyo aspecto modesto nos recuerda que también Madrid fue originalmente una humilde villa que, por azares de la historia, se convirtió en 1561 con Felipe II en capital de un imperio y que hoy, con todos sus problemas, es una urbe grande y maravillosa, con un río chiquitín y modesto cuyas aguas recuerdan su pasado.
Completamente de acuerdo, es una maravilla pasear por el río y poder contemplar decenas de gaviotas, ánades, cormoranes y hasta gansos del Nilo!!!
Hace tres o cuatro años, cuando el río estaba convertido en un canal, disfruté del centro de remo que abrieron junto al Matadero. Ahora, tristemente, ha tenido que cerrar pero creo que merece la pena, es mucho más importante la naturalización del río y la vida que ha devuelto a su ecosistema.