
La nieve, que ayer envolvió en un lienzo blanco la ciudad, ha casi que desaparecido hoy de las calles de la urbe. Solo quedan algunos montoncitos, arremolinados, apelotonados en algún parabrisas o al pie de un árbol. Nieve ya sucia y que pronto desaparecerá, como si fueran retales raídos y ajados de la sábana blanca que cubrió la villa. Ayer, en la ciudad tan blanca después de tantos años de ausencia de nevadas, una noticia nos sembró a muchos el ánimo de negro: la muerte del querido maestro de periodistas y escritor Gonzalo López Alba, tan injusta y tan temprana, al que conocí, admiré y traté durante muchísimos años. Mi ánimo se turbó, como el de tantos que le conocimos, y me dejó con ganas de no hacer nada para el resto de este triste lunes, pero al final me animé a ir a ver una película que es un reconocimiento al periodismo con letras capitales, la magnífica Los archivos del Pentágono, un homenaje al Periodismo al que Gonzalo perteneció y del que fue maestro. Hasta siempre, querido amigo.