
Pudo ocurrir así, según un testimonio que no es real, pero pudo serlo (se non è vero, è ben trovato): «Vino al comedor social un señor que suele salir en la tele. No, no era papá noel, ni un rey mago. Tenía barba, eso sí, y la voz como acorchada. Y se puso a servirnos cocido como un loco. ¡Hala! Ya hizo la obra de caridad anual a la que es de suponer que le obliga su preceptor espiritual». En efecto, debió de pensar Rajoy, «mejor no sentar un pobre a la mesa navideña de los ricos (como en la clásica película Plácido, de Luis García Berlanga), que luego te lo dejan todo perdido, ¿oyessss?; es preferible acercarse al comedor social de turno, que así nos hacen una foto. Una vez al año no hace daño; los otros doce meses podemos encomendarnos a Dios para seguir pidiendo que esta crisis económica no se resuelva. Es más, nosotros, Los De Siempre, no tenemos de hecho ganas ninguna de que se arregle, a ver si así arrebañamos unos votos más entre los platos y la desesperación de la gente que tiene que acudir al comedor social». Esto tiene un nombre, que quedaba muy claro en la obra de Berlanga: hipocresía.
Muchas gracias por el enlace 😀