Ficciones financieras

Especulador
Especulador

La capacidad de fabular y sostener ficciones del ser humano es casi infinita. Con frecuencia, incluso, es tan poderosa que nuestra mente lanza construcciones imaginarias que se imponen sobre lo real y lo acaban suplantando. Así ocurre con el entramado financiero que nos rodea sin que nos demos cuenta… hasta que llegó su desplome. Como recuerda Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull, en su polémico libro El crash de 2010. Toda la verdad sobre la crisis (Barcelona: Los Libros del Lince, 2009), lo financiero «posibilita la inversión, anticipa y paga aplazadamente el consumo, mueve los capitales alrededor del planeta, asegura inversiones, cobros, pagos, apalanca riesgos, cubre compras, emite medios de pago». Se calcula, dice Niño Becerra, que «por cada dólar que se mueve en el mundo sustentado por la economía real, se mueven 300 en la financiera; se cuenta que sumando todas las formas y manifestaciones del subsector financiero, el volumen que alcanza un monto resultante equivale a entre 25 y 30 veces el PIB del planeta». Son estimaciones, porque, como él precisa, nuestras percepciones de estas cantidades no pueden ser certeras. Así no es de extrañar que todo este mundo financiero tenga mucho de alquimia y de magia, y lo malo es cuando las fórmulas -léase, la avaricia de muchos especuladores- han socavado los cimientos y el edificio se nos ha caído encima a los pobres mortales que padecemos esta crisis interminable, tras la que habrá que construir un nuevo sistema a prueba de seísmos; al menos, habrá que intentarlo para que no siempre sean los mism@s los que paguen los platos rotos del festín que otros se meten entre pecho y espalda.