
El parte: casi todo sigue nevado. Resulta que estos días hay alguien por ahí arriba, en los espacios estratosféricos (¿?) sobre la vertical de nuestra dulce patria, que no para de montar claras a punto de nieve, produciendo un merengue colosal que derrama a continuación sobre todos los rincones de España, para satisfacción de niños y niñas, esquiadores y aficionados a la fotografía. Qué paradójico: ¿sabían que uno de los trucos para que el merengue no baje y crezca firme es añadirle un pellizco de sal? Ya ven, en repostería lo salado se une a lo dulce para que el merengue no desaparezca. Y en cambio aquí abajo, en las calles de nuestras ciudades, los operarios no cesan de esparcir sal para evitar que la nieve, o el merengue éste celestial, se agarre al pavimento. Una pregunta final: en el Reino Unido, con la que les está cayendo, ¿habrán llegado a recurrir a los almacenes de la ilustre sal Maldon para evitar el merengue on the road? Qué raro es todo.