Metáfora del bizcocho

Bizcocho
Bizcocho

Hay una receta clásica que sale muy buena para el bizcocho, la 3-2-1. Los números marcan las proporciones de los ingredientes. Se coge un yogur de limón, se vacía, y este mismo envase se emplea para determinar las cantidades: tres envases de harina, dos de azúcar, uno de aceite, y el yogur, claro. Para rematar la masa se agregan cuatro huevos y levadura. Se bate todo muy bien, se hornea unos cuarenta minutos a 180 grados y ¡albricias! consigue usted un bollo jugoso y exquisito, ideal para desayunos y meriendas. En toda esta receta hay un ingrediente básico: la levadura; sin ella, sería un mazacote indigerible que nos machacaría el epigastrio. Bien: pues el Estado de Bienestar viene a ser algo parecido. En este caso, la levadura es el esfuerzo de todos los ciudadan@s por aportar recursos a la caja común -léase impuestos-, que, bien gestionados, permiten luego que el bizcocho suba, crezca y nos alimente en forma de educación, sanidad, cultura, pensiones, infraestructuras … El problema radica en que, a estas alturas, haya todavía gente que no crea en la importancia de pagar impuestos, de aportar su granito de levadura. De ahí la relevancia de ideas como la de la Junta de Andalucía, con el objetivo de que los pacientes sepan lo que cuesta su tratamiento médico, de que sean conscientes de que sin sus impuestos no sería posible esa atención. Porque este bollo lo debemos cocinar entre todos, ya que luego todos queremos comer de él. Y porque para asegurar el futuro hay que seguir echándole levadura. De lo contrario, en el plato sólo habrá un mazacote y unas migajas que no alimentarán a nadie.