Mi marido no me toca

Dedos
Dedos

«Mi marido no me toca. Ni me roza siquiera. Al soso ése lo único que le apasiona es la electrónica, la informática y la domótica. Qué pirado. Sus dedos sólo se posan sobre las pantallas táctiles de los innumerables cacharros que se va comprando: primero un monitor de no sé cuántas pulgadas; luego un teléfono de última generación; a continuación una nevera con un plasma integrado; más tarde el condenado GPS para el coche, que no para de hablar… Sólo tiene ojos y dedos para sus paridas electrónicas, en las que se gasta un dineral, y a mí me tiene abandonada. Lo he pasado mal, pero últimamente estoy mejor. Se le averió uno de sus jodidos juguetes y vino a revisarlo a casa el técnico de la compañía. Él tontolculo de mi marido no estaba, y me pude deleitar con el mimo con que el especialista reparaba el aparato aquel. Las yemas de sus dedos empalmando cablecitos y soldando circuitos integrados, sus manos ágiles enroscando tuerquecillas. Me volvió loca. Desde aquella visita me dedico a provocar averías en los putos cacharros de mi por -poco tiempo- todavía esposo, para que el técnico tenga que volver una y otra vez.»